Parece el lugar ideal para darse una vuelta cuando uno hace un ajuste brutal sobre el salario de los trabajadores y los jubilados. Qué mejor que el Abierto de Polo para que lo reciban con vítores y aplausos.

El último que se había presentado a la final de Palermo fue Carlos Menem, hace más de treinta años, no es casualidad que Javier Milei lo imite, ya que lo tiene como faro en el manejo con la sociedad.

Su vuelta a la larguísima cancha de polo, gritando enardecido, levantando los brazos y saludando a los que lo aplaudían -la mayoría- es toda una postal de nuestros días.