Cientos de jóvenes apiñados en pocos metros cuadrados, sin barbijos ni protocolos, es una imagen que se repite e las fiestas clandestinas. Una muestra de falta de conciencia social sobre la importancia de evitar el contagio del coronavirus para aliviar la pandemia cuando recrudece en todo el mundo y de absoluto egoísmo al no ser un grupo de riesgo.

En este caso ocurrió en una playa de Pinamar donde llegaron dos cuatriciclos de la policía para dispersar la multitudinaria reunión con música y alcohol que se gestaba en la arena.