A Javier Milei se lo comió el personaje y no sabe ni quiere hacer algo distinto a lo único que sabe hacer y lo llevó hasta acá: atacar al sistema político -unificándolo en el concepto de 'casta'- y ponerse como la única opción ante un régimen que no le aporta soluciones a la gente.

Al principio le funcionó ser 'la cosa nueva' para un sector de la juventud que se fue desencantando con la discusión dentro de la grieta y encontró un aire renovador en sus propuestas.

Pero pasada la sorpresa queda lo que lo constituía: pensamientos fascistas disfrazados de anarco-capitalismo, totalmente alejados de la empatía mínima entre las personas.

Por eso fue incapaz de dar un discurso repudiando lo ocurrido frente a la casa de la Vicepresidenta, y solo acusó al Gobierno de sacar rédito político de lo ocurrido.