Son millonarios, están en un lugar de encuentro de ellos, con todas las comodidades y con un público afín, y sin embargo son capaces de cometer los errores más grandes sin que nadie los fuerce.

Cuando Federico Braun, el dueño de La Anónima, se burló del aumento desenfrenado de precios haciendo reír a sus colegas muchos vieron ante sus ojos el desprecio de una clase social a la cual no le importan los padecimientos de los más necesitados.

A Sergio Massa lo consultaron por esas declaraciones y no dudó en cruzar con dureza al empresario y dejarlo expuesto ante los ojos de la sociedad.