"Es una vergüenza que no le cobren impuesto a una bebida suntuaria como el champagne y sí al agua, los jugos, las gaseosas y la cerveza", protestaron actores del sector Pyme citados por lapoliticaonline.com, con el reconocimiento oficial de una exención para una bebida suntuosa cuando el discurso y el accionar del Gobierno no conoce otra palabra que no sea "ajuste".

El lobby y la fuerte influencia del gobernador mendocino Alfredo Cornejo, garante de la permanencia de la UCR en Cambiemos a cambio de favores como este, fue la multinacional Chandon la que logró que se oficializara lo que desde 2005 dependía de una negociación con el poder de turno: la exención de un impuesto del 12% en concepto de "impuesto interno".

En todos estos años el sector multiplicó actores, producción y ganancias, pero ahora se anotó un beneficio determinante para sus ganacias con la excusa de que "es cada vez más común verlos en un asado entre amigos, por mencionar un ejemplo", según planteó Hervé Birnie-Scott, director de Bodegas, Viñedos y Enología de Chandon Argentina, felíz con la noticia y trasladando sus vivencias personales a un análisis un poco provocador.

Obviamente el sector de los espumantes celebra aunque es válido señalar que no hay ningún compromiso de mejorar los precios al consumidor, algo que sí sucedería en el caso de otros productos altamente afectados por los costos tibutarios y que significarían un ahorro para el bolsillo. 

Se trata de un pacto con empresas multinacionales amigas que concentran el 56% del mercado, según un estudio de la Corporación Vitivinícola Argentina de 2017 y que exhibe un desprecio hacia los productos de consumo masivo: "No hay fondos para el 814 de las Pymes pero sí para beneficiar a Chandon y Catena Zapata", se ofuscaron desde las pymes en relación a la baja impositiva que reclaman, crucial para la ampliación y la proyección laboral de las economías regionales.