A Alberto lo castigaron mucho en los medios hegemónicos en los últimos días. Pero bastó la presencia de Cristina en las pantallas, concitando la atención generalizada para que las hordas de sabuesos salieran desesperados por despellejar a la presa.

Algunos como Baby Echecopar o Feinmann se quedaron sin trucos y repiten los mismos ante un público que los conoce y los aplaude. A otros se les mojó la pólvora y los critican de los dos lados, como Tenembaum. Y están aquellos que no quieren quedarse en la estación y se suben al tren antes que los deje a pie.

Nelson Castro es de esos. Un par de semanas le duró el supuesto equilibrio. Lo destrozaron en las mismas redes que lo aplaudían y escuchó la alarma. Por eso este domingo salió a marcar la cancha y se lanzó al precipicio del sinsentido, donde Síndrome de Hubris y descalificaciones ofensivas están en el menú.