Hay gente que se olvida que lo que se dice en Twitter queda en la red y alguien puede capturarlo y guardarlo. Es la misma que no recuerda que no está charlando entre amigos sino que está conversando con muchísima más gente a la cual ni sus formas de pensar ni su humor les son agradables.

Sino no se explica como alguien con la experiencia de Lucas Llach ponga la cabeza en la boca del león al escribir un tuit que inmediatamente después lo debe borrar porque no puede defenderlo ni justificarlo.