Diego Capusotto tenía un personaje que era un “amigo” de Maradona al que sólo le pasaban cosas intrascendentes con el Diez.

El personaje, humorístico, era gracioso, pero Javier Iguacel lo hace en serio y queda en ridículo cada vez que abre la boca.

Y no sólo porque cuenta cosas que no le importan a nadie y que en su mayoría son inverosímiles sino que además hasta reconoce públicamente que no sabe si son ciertas las historias que cuenta sino que las repite porque alguien se las contó.

Impresentable.