El nivel de profundidad del análisis no pasa de una charla de café, de tertulia de peluquería o de comentario de tía indignada.

Eduardo Feinmann apunta a ese perfil cuando se escandaliza por los colegios tomados y los compara con las privilegiadas hijas de Barack Obama o la Reina de Holanda.

Y junto a Pablo Rossi hacen un despliegue de mohines, caras de incredulidad, muecas de enojo y suspiros, como si fuera algo difícil de creer.