No perdió las formas ni los modos, y se mostró como siempre, con el tono del que es continuamente atacado por ser un hombre bueno y libre, que es hostigado por una horda de maleantes comunistas. Ese simple cuento le alcanza a sus seguidores para justificarle todo, incluso la causa que lo tenía en Dolores, un jueves al mediodía: la escucha ilegal a los familiares del ARA San Juan.

Pero no eran tantos los que fueron a darle su apoyo -más allá de Patricia Bullrich y Federico Pinedo, que sumaron unos puntos si en la interna del PRO termina victorioso el exmandatario- y alguna explicación tenía que dar.