Alejandro Duret debía cumplir 15 años de pena por el secuestro y asesinato de Carlos Labolita. La condena se redujo a 8 años. Lo decidió por mayoría el Tribunal Oral Federal Nº 1, integrado por los jueces Nelson Jarazzo, Alejandro Esmoris y Carlos Rozanski (en discidencia), que decidió darle el beneficio de la “ley más benévola” y dejarlo en libertad.

“Han transcurrido diez años desde que se lo sometiera a proceso a Duret, y ha cumplido ocho años en detención sin que medie sentencia firme (…). No hay justificativo alguno entonces para mantener esta situación que afecta los más elementales principios humanitarios consagrados en la Constitución Nacional”, escribieron los jueces Esmoris y Jarazzo en la resolución. Rozanski votó en disidencia.

La resolución parece un ejercicio de matemáticas: enumera los tres años y siete meses que estuvo detenido por una medida cautelar. Luego afirma que lleva cuatro años y cinco meses por la decisión de la Cámara que da como resultado ocho años limpios.

El jueves, el fiscal pidió a la Cámara que se revea la excarcelación. “La ley que aplicaron está derogada y existen antecedentes que impiden aplicar la disminución de la pena en los juicios de lesa humanidad”, dijo Adler.

Mientras tanto, Duret está libre. “Este hombre es capaz de viajar hasta Las Flores y sentarse a tomar un café para que lo vea la familia de Labolita”, dijo Núñez. La familia de Carlos Labolita se enteró de la resolución el mismo día que el represor quedó en libertad.

En 1976, Labolita estudiaba sociología en la Universidad Nacional de La Plata y trabajaba en una petroquímica de Berazategui. La mañana del golpe, sus amigos Néstor y Cristina Kirchner lo escondieron en una pensión porque la policía lo buscaba. Al poco tiempo Labolita volvió a su pueblo, Las Flores, cuando se enteró que su padre había sido detenido. Un comando la Comisaría de Las Flores lo encontró en la casa de la mamá. Lo encapucharon, torturaron y después lo llevaron al Regimiento de Caballería Blindada I de Azul, donde el jefe de inteligencia lo recibió. En ese momento, el teniente Duret tenía 23 años y acababa de ser ascendido en el cargo. Desde entonces, Carlos continúa desaparecido.

La madre de Carlos hizo una denuncia en 1981 pero su caso fue atendido por la justicia después de la recuperación de la democracia. En 1985, reconoció a Duret como el asesino de su hijo durante un careo judicial. Al poco tiempo, las leyes de Obediencia Debida y Punto Final interrumpieron la investigación.

Duret siguió trabajando en la policía de Azul y fue nombrado coronel durante el gobierno de Fernando de La Rúa. Con la reapertura de los juicios de lesa humanidad, el represor fue detenido en diciembre de 2005 por una medida cautelar. El mismo tribunal decidió absolverlo de todos los cargos en 2009. Estaba integrado por los mismos jueces y la sentencia fue idéntica: Esmoris y Jarazzo votaron a favor de la inocencia y Rozanski en disidencia.

La Cámara Federal de Casación revocó el fallo y decidió condenar a 15 años de prisión a Duret, que estaba prófugo en Chile. El gobierno del país vecino lo detuvo y remitió a la justicia argentina en  2011. Desde ese momento hasta el martes 12 de abril cumplía sentencia en el penal de Marcos Paz.

Fuente: Cosecha Roja

Foto: Marcelo Nuñez