Solamente con el título, y sin leer las más de 600 fojas que componen los argumentos de la decisión de la cámara, la ex periodista de espectáculos mostró toda su indignación demostrando su poca profesionalidad.

Para llevar indignación a sus televidentes los trató de pelotudos por lo que consideró un hecho de impunidad cuando en realidad el tribunal no pudo probar que hubiera habido lavado de activos.

Intentó llamar a un cacerolazo por la decisión de la Justicia que no tuvo ninguna repercusión.

Su invitado, el liberal Franco Rinaldi intentaba infructuosamente meter un bocadillo dentro del discurso de indignación de la conductora.