Sintiéndose ganador de un debate que en realidad lo dejó expuesto, Manuel Adorni se quiso hacer el gracioso con la prensa y no se animó a contestar sus preguntas. Algunas tan serias como si pensaba cerrar el canal en el que recién se había desarrollado el importante evento democrático.

Con chicanas como que se le enfriaba la comida o diciendo que era fue que lo llamaran mentiroso, Adorni esquivó las preguntas de sus colegas (a veces hay que recordar que este personaje es periodista) y se fue.

En el debate dejó poco y nada, se dedicó a atacar al kirchnerismo, fuerza que jamás gobernó la Ciudad y hasta se atrevió a desafiar a la democracia considerando que el candidato de izquierda no tenía la idoneidad como para presentarse, como si él la tuviera.