Sin haber pasado ni siquiera por la puerta de la Faculta de Psicología, Laura Di Marco se lanzó de cabeza a armar una placa con las supuestas características de personalidad que igualan a Vladímir Putin y Cristina Kirchner.

El recorte es tan antojadizo que ni siquiera pudo englobarse en un arbitrario síndrome, y solo cumple el cometido de escandalizar a una audiencia que prende la pantalla para escandalizarse.