Se trata de un claro acto de amedrentamiento contra los trabajadores en lucha y las organizaciones que los acompañan. La firmeza de los obreros hizo que el operativo se retirara.

No contaban con ninguna orden judicial. Cabe recordar que en los primeros días de la ocupación, las fuerzas policiales reprimieron con balas de goma e hidrantes en las puertas de la planta sin orden judicial. El espionaje sobre los obreros y la presencia policial en otras empresas del grupo Clarín (como AGEA y Zepita) ha sido una constante durante todo el conflicto.

Fuente: La Izquierda Diario