El cambio de línea de La Nación en el último tiempo es notable. De ser un diario de la derecha pero con una coherencia sostenida (más allá del paladar que se tenga con su línea editorial) paso a ser un pasquín de la derecha sin escalas. Desde que trascendió que Mauricio Macri puso sus tentáculos allí, la supuesta objetividad que pretendía el medio se fue al pasto.

En ese marco, hay un trasfondo que refleja lo que se ve en sus letras de molde. Y lo cierto es que la historia es digna de una trama de Netflix.

Esmeralda Mitre, hija de quien fuera dueño del emporio, reclama desde hace tiempo que hubo una operación, que contó con el dinero del propio Macri, para que un sector de los accionistas se quedaran de hecho con le medio. 

Según contó Hauser, incluso hubo un apoderado fantasma en el marco de una asamblea que terminó con un bochorno tal que apareció un "marqués" que asegura que es el "accionista del 100%". Lo que, claro, fue descartado pero no deja sorprender.