Con poco, casi nada, el Gobierno logra contentar a la CGT, que pareciera dispuesta a dilatar todo lo posible el anuncio de un paro general. Pese a las presiones de las dos CTA y de sectores internos como el que lidera Pablo Moyano, titular de Camioneros, el Ejecutivo ganó el jueves al menos diez días para seguir negociando y le alcanza con mostrarse abierto al diálogo con la central obrera más poderosa. 

En ese marco, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, se mostró satisfecho y "optimista" en relación a que la CGT termine por no convocar a la mentada medida de fuerza. Y sobre el bono de fin de año para para trabajadores y jubilados se limitó a decir que "es un tema que está en el reclamo" que el Gobierno se comprometió a estudiar. Es que no han necesitado mucho más para contentar a los gremialistas, que hacen oídos sordos al descontento popular. 

Tras la reunión de ayer entre parte del Gabinete y las autoridades de la CGT en la que se firmó un acta de acuerdo para que el Ejecutivo analice demandas de la central obrera, adujo que está esperanzado en que la entidad sindical no llame a una huelga porque tiene "en común" con la Casa Rosada seguir con la mejora de los que están en la "situación más vulnerable".