El 10 de junio de 2009, el sacerdote Julio César Grassi era condenado por unanimidad por el Tribunal Oral Nº 1 de Morón, integrado por los jueces Luis Andueza, Jorge Carrera y Mario Gómez, a la pena de 15 años de prisión por dos hechos de abuso sexual y corrupción de menores agravados. Al mismo tiempo se lo absolvía por los otros 15 hechos.

El juicio comenzó el 20 de agosto de 2008, se extendió por nueve meses y declararon 130 testigos. Grassi llegó a esa instancia acusado de 17 hechos de abuso sexual, corrupción de menores y amenazas en perjuicio de tres jóvenes que, cuando eran menores de edad, estaban a su cargo en el Hogar Don Bosco de la Fundación Felices los Niños, en la localidad de William C. Morris del Partido de Hurlingham

La investigación comenzó en octubre de 2002, luego de que un programa de televisión pusiera al aire dos informes en los que dos menores acusaban a Grassi de haber abusado de ellos. El ex titular de la fundación fue detenido. Un mes después, la Justicia decidió procesar y excarcelar a Grassi, bajo condiciones especiales [1].

Así permaneció el cura, en libertad y habitando una vivienda ubicada sobre la Av. Gorritti, en Morris, justo frente al mencionado Hogar, hasta que el 18 de setiembre último el Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires rechazara los recursos extraordinarios presentados por la defensa del cura, confirmando el fallo del TOC Nº 1. Inmediatamente, el Tribunal de Casación de Morón ordenó su detención [2], siendo encarcelado primero en Ituzaingó y luego trasladado al penal de Campana.

¿CASO CERRADO?

De esta manera se cerró -al menos hasta que la Corte Suprema de la Nación diga lo contrario, si es que se expide en ese sentido- uno de los capítulos judiciales más polémicos de los últimos años en la historia argentina.

Sin embargo, vale advertir que, estrictamente hablando, el "caso" no está cerrado porque no se trató sólo de un caso judicial individual sino de un flagelo que atraviesa a la Iglesia Católica toda -y no sólo la argentina sino a escala mundial- y por lo tanto a una sociedad en la que la jerarquía eclesiástica ejerce una fuerte influencia en los formadores de opinión pública y en el poder político, incluso a nivel de poderoso lobby donde se decide la ampliación o el conculcamiento de derechos básicos, como en el Congreso y el Poder Judicial.

Con Grassi, en fin, no se llegó a la profundidad del problema sino que apenas se rasgó la superficie de la iniquidad moral y el accionar criminal que subyace en la institución religiosa más poderosa de la Tierra, ahora conducida por un defensor explícito del cura condenado, como se pone de manifiesto en otros párrafos de este artículo.

Es decir, con el caso Grassi se puso en juego el poder mismo de la curia; de llegar a fondo con una investigación política-judicial -si es que existiera esa intención-, la influencia terrenal de la religión católica a través de la Iglesia se reduciría a menos que polvo.

Por eso, la jerarquía eclesiástica y por lo tanto la Iglesia Católica en su conjunto -con contadas excepciones-, actuó en consecuencia durante todo el proceso judicial que impactó fuertemente a la sociedad en su conjunto a partir de la investigación periodística, en 2002.

DEFENSA EPISCOPAL

Hecho paradigmático es el libro encargado y financiado por la Conferencia Episcopal Argentina en el que, explícitamente, se postula que Grassi es "inocente". Editado en 2010, en los tiempos en que el titular de la CEA era el cardenal Jorge Bergoglio, hoy sumo pontífice de la Iglesia, en el libro se afirma que el cura es "inocente" de los cargos luego confirmados por la Justicia.

El trabajo titulado Estudios sobre el Caso Grassi fue realizado por el jurista Marcelo Sancinetti, quien sostiene "no sólo que Grassi es inocente de los abusos por los que fue condenado, sino que niega en forma rotunda que exista el abuso sexual infantil como tal, al punto que lo equipara con los juicios por brujería de la Edad Media".

En dos tomos de 423 y de 646 páginas, el jurista Sancinetti despliega dos ejes centrales: "Por un lado, argumenta que la Iglesia Católica no está obligada a acatar los fallos dictados por la Justicia del Estado secular, y por el otro, afirma que la Justicia en la era kirchnerista es la más parcial desde el retorno de la democracia", señaló al respecto el abogado Juan Pablo Gallego.

Para Gallego, no obstante, "lo más grave es que, sin base jurídica alguna, se expone una negación rotunda de la existencia misma del abuso sexual infantil y hasta se llega a decir que los que alientan condenas judiciales por abuso sexual buscan para sí mismos la imagen de que ellos no son abusadores sexuales".

En la contratapa de uno de los tomos se confirma y se precisa la intervención directa del Episcopado de Bergoglio en la confección del trabajo: "La Conferencia Episcopal Argentina encomienda la realización de un dictamen al profesor Marcelo A. Sancinetti, consistente en un estudio del procedimiento en el que fue perseguido penalmente, enjuiciado y condenado respecto de dos hechos de abuso sexual (referidos a un denunciante) y absuelto por muchos otros (referidos a otros dos denunciantes), el reverendo padre Julio César Grassi" [3].

A priori, esta defensa de Grassi por parte de Bergoglio pone en cuestión la presunta intención del papa Francisco de sanear la Iglesia más allá de una cosmética propagandística, implementada sólo en función de detener la sangría de cientos de millones de dólares debido los juicios por casos probados de pedofilia alrededor del mundo [4].

CERRADA DEFENSA

Pero ni siquiera hace falta remontarse años atrás para vislumbrar lo que, a esta altura, puede calificarse como complicidad de la curia con Grassi y su caso para conservar sus "privilegios", entre ellos, el de la pedofilia.

Aún tras la confirmación de la condena y el encarcelamiento de Grassi, el Obispado de Morón -si bien decidía prohibir que el cura ejerza como tal- emitió un comunicado en el que puso de manifiesto sus "dudas acerca de la culpabilidad del Padre Julio Grassi".

En un comunicado de setiembre de 2013, señalaba que "conforme al derecho se le aplicó la medida disciplinaria de la prohibición del ejercicio público del ministerio sacerdotal, hasta tanto se resuelva definitivamente esta situación". Por lo tanto, evita "dar una opinión al respecto" y "decide esperar a que haya una sentencia firme, para dar inicio a los procesos canónicos correspondientes".

Pocos días antes y por medio de otro comunicado, el Obispado informaba que, según el cura, la condena a 15 años de prisión por abuso sexual agravado y corrupción de menores era "inaceptable" y que "demostrará su inocencia".

"Luego de este revés judicial [en referencia a la decisión de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, que confirmaba la condena y su consecuente encarcelamiento], el Padre Grassi se comunicó a este Obispado, manifestando que seguirá con las acciones legales tendientes a demostrar su inocencia, ya que considera que los hechos que motivan su condena son inaceptables", informaba esperanzadoramente el comunicado, haciendo hincapié en que Grassi fue "nuevamente absuelto en quince casos y condenado en dos".

"El Padre Julio Cesar Grassi aún no ha apelado a la Corte Suprema de la Nación, motivo por el cual, ante éste organismo Grassi recurrirá, a través de su defensa, durante los próximos días", concluía el documento. En efecto, los primeros días de octubre la defensa del pedófilo presentaba un recurso extraordinario ante la Corte Suprema de la Nación para apelar el fallo de la Corte bonaerense.

¿El argumento? "El tribunal de juicio partió de la base de que la palabra del acusador valía más que la palabra del acusado, decapitando así la palabra de éste sin dar ninguna razón crítico-racionalista para tal diferenciación, que, en principio, a falta de otra prueba, sólo podría basarse en razones extraordinarias, mientras que su acusador está en la doble debilidad de ser 'declarante único' + 'interesado en la causa'", planteaba el abogado Carlos Irisarri [5].

LAGUNA EN LA MEMORIA

Se trata del mismo Obispado que durante los años de apogeo de la Fundación Felices los Niños y de Grassi conducía el fallecido Justo Laguna, considerado "obispo moderado" por algunos observadores y hasta "progresista" por otros, sobre todo por sus críticas públicas a las políticas menemistas. Laguna también fue crítico de Grassi, y muchos vincularon esta crítica con las denuncias que, en efecto, el obispo moronense conocía de primera mano.

"No conozco el rol de la Iglesia. Sí conozco el rol de un par de curas en particular. [Monseñor Justo] Laguna gestionó el silencio y fue el mensajero de las cartas que intercambiaron entre la familia Belgrano [de uno de los alumnos abusados, hoy sacerdote] y Malenchini", aseguró Nicolás Cassese, exalumno del Colegio San Juan Precursor [6].

Cassese es autor de El secreto de San Isidro (Random House Mondadori, 2013), la investigación que recupera el caso -que tomó estado público en 2004- sobre Peter Malenchini, un profesor del Colegio San Juan el Precursor de San Isidro, que a principios de los 70 había abusado de al menos nueve estudiantes menores, lo que permaneció oculto gracias a un pacto de silencio entre la escuela, los propios padres de las víctimas, la curia y el exprofesor de quien hoy se desconoce el paradero. Y Laguna fue el mediador para alcanzar ese macabro silencio...

La afirmación de Cassese revela, entonces, que las críticas que Laguna -a quien supuestamente debía responder Grassi- le formulaba al cura no tenían que ver con las sospechas y hasta denuncias sobre abusos y pedofilia que por aquella época pesaban sobre el titular de la Fundación Felices los Niños, sino con una lucha política, de poder, al interior del Obispado moronense y de la Iglesia Católica.

EL EMERGENTE

Julio César Grassi no deja de ser, entonces, un emergente de la institución que secularmente ha servido, en términos sociales, a la opresión y al oscurantismo; al conculcamiento de los derechos individuales más elementales, siempre en función se preservar "derechos" que cree propios per se, sean estos económicos, políticos o "sexuales".

Durante los 90, en el cura condenado encarnaron de un modo nunca visto hasta ahora la enfermedad terminal de la institución eclesiástica, por un lado, y los estigmas de una época, por otro.

Pero, ¿quién era Grassi para que ello haya ocurrido? ¿Cómo llegó a acumular tanto poder y dinero, e incluso tanta popularidad? ¿Cómo y por qué llegó a concretar lo que él llamos sus "sueños"? Incluso, ¿cómo llegó a dirigir la Fundación en la que alguien ha querido ver "una fábrica de retrasados mentales", muy lejos del Sheraton que alguna vez Susana Giménez creyó vislumbrar en el predio de Gorriti al 3.100, en William Morris?

LOS COMIENZOS

Nacido el 14 de agosto de 1956 en Lomas de Zamora, le toca ser el tercero de los cinco hijos de un matrimonio de clase media-alta, cuyo sustento provenía de la pequeña fábrica que papá Tomás Osvaldo dirige. Bajo el influjo de su madre, Adelina Esther, abraza la fe católica y toma con tanta seriedad la caridad que desde pequeño sorprende a la familia llevando a casa a linyeras y mendicantes que encuentra al salir de misa, los domingos, en las escaleras de la iglesia.

En la adolescencia se une a la Acción Católica, donde realiza cursos que lo convierten en catequista. Así comienza su peregrinar por distintos barrios y localidades del sur del Gran Buenos Aires (Banfield, Lomas de Zamora, Lanús), donde se liga con chicos y adolescentes de su misma edad que habitan hogares y con los que avanza en su tarea pastoral, ya decidido a ingresar al seminario una vez concluida la escuela secundaria. Es al final de ese ciclo que, junto a un grupo de jóvenes conducidos por el fraile Horacio García, hace su primer viaje a El Calafate (Santa Cruz).

Con el título de bachiller, en 1974, ingresa al seminario de Ramos Mejía e inicia sus tareas sociales y pastorales que lo llevarán por todo el distrito de La Matanza. También hace sus primeras armas en el teatro, escribiendo y dirigiendo obras que pondrá en escena en todos los lugares que le tocó estar. Por esa misma época se dedica a recorrer las estaciones ferroviarias donde se relaciona con chicos de la calle que acerca al Instituto de Menores Sarmiento, en el que colabora asiduamente.

Es en el 77, uno de los años más duros de la dictadura militar, cuando hace su ingreso a un mundo hasta entonces desconocido pero que terminará por fascinarlo: la televisión. El capellán policial Carlos Gardella lo invita a su programa en Canal 7 para dirigir tres unitarios protagonizados por alumnos de escuelas confesionales. Durante dos años colaborará con quien en 1967 había introducido en la Argentina las Aldeas Infantiles SOS.

Gardella es su gran inspiración: conocido por el gran público gracias a sus intervenciones en radio y televisión durante décadas, admirado por los monumentales festivales que organizaba en el Luna Park y en distintos puntos del país, todos ellos con fines solidarios, organizador local del modelo austríaco Aldeas Infantiles, capellán de la policía..., Grassi ve en él a quien emular si es que pretende alcanzar su gran sueño: alimentar a los desposeídos, como cuando chico, pero a gran escala.

De ahí a la santidad que le inspira Don Bosco, su santo preferido, le resta sólo un paso... en el lugar y momentos indicados.

EL EXPERIMENTO

En 1986, un año antes de ordenarse sacerdote y tras un largo camino a través del cual gana experiencia pastoral y social, llevándolo por estudios de televisión y por los sitios más pobres del conurbano, funda el Hogarcito Don Bosco, en el Barrio Manzanares de La Matanza, para dar contención a cinco hermanos sin familia. Es el primero de los muchos pasos que dará a partir de ahí.

El otro se producirá al año siguiente, ya ordenado sacerdote bajo el lema "padre de los que no tienen padre", cuando visita el Hogar La Casita, del sacerdote Elvio Mettone, en Paso del Rey, donde comienza a colaborar asiduamente. El asesinato de dos chicas en las cercanías del lugar y su denuncia de que grupos del culto umbanda son los responsables (la Justicia culpa a un ciruja que todo el mundo sabe inocente), causa que sea convocado desde distintos medios de difusión para dar su escandalosa versión de los hechos: ¡seres humanos sacrificados en misas satánicas!

Mauro Viale, por entonces con gran audiencia, le da cabida en sus programas para que se explaye sobre el tema, lo que le brinda una gran notoriedad entre las doñas Rosas habituadas a la novela de la tarde y a los escandaletes morbosos. Grassi ya adquirió experiencia en medios y explota sus "revelaciones" en cuanta cámara o micrófono se le plante encima; sobre todo en la Oral Deportiva de José María Muñoz, donde es columnista, y desde su programa La Manga, que va en las madrugadas de radio Rivadavia.

Para ese momento, había abandonado la orden de los salesianos porque éstos lo habían enviado a Tierra del Fuego, lejos del mundanal ruido que tanto lo obnubilaba, y porque le exigían "más estudio y menos apostolado", cuando él quería "acciones concretas para terminar con el hambre". El abandono de la orden lo hace con mucho dolor, pues el salesiano más famoso, Don Bosco, era su modelo a seguir.

Sin embargo, su refugio en La Casita terminó en 1992: los propios internos, en su mayoría adolescentes, pusieron a Grassi "de patitas en la calle" cuando descubrieron que pedía dinero por los medios de comunicación, supuestamente para el hogar, pero que no rendía a Mettone. De viaje por Italia visitando a su familia y habiendo dejado a Grassi a cargo, Mettone debió regresar de inmediato porque en el hogar "había un quilombo de aquellos".

Grassi se fue para no volver, pero no con las manos vacías.

EL MENTOR

Cabe a Juan Carlos Rousselot ser el mentor de Grassi. Es por intermediación de un concejal del PJ, José 'Pepe' Fontana (ya fallecido), que el entonces intendente de Morón lo nombra director del CEFAM, dependiente de la Municipalidad, donde el cura tiene su primera experiencia concreta al frente de una institución oficial de gran envergadura dedicada a la contención del niño: allí puede ser ejecutivo, con un presupuesto, pero que sin embargo no colma sus ansias. Por eso desde el edificio municipal ubicado sobre Gorriti, en Morris, Grassi ve los terrenos del IFONA (Instituto Forestal Nacional), ubicado diagonalmente enfrente, y sueña con levantar allí la obra de sus sueños y que lo colocarán a la diestra de su adorado Don Bosco.

Es Rousselot también quien, poco después, lleva a Grassi a la residencia de Olivos para que relate a Carlos Menem su faraónico plan filantrópico y solicitarle las tierras que considera "sin uso, abandonadas, inútiles". Al intendente no le importa sacrificar su también faraónico plan del "parque temático" en el lugar, que incluiría zoológico de fauna autóctona (como el que Claudio Ciocci había instalado en terrenos alquilados al CEAMSE y que Grassi acosó hasta su cierre), reserva ecológica, hoteles y barrios privados. Tiene con él una relación de colaboración mutua: la aureola que el cura comienza a dibujar sobre su coronilla alcanza también al jefe comunal.

De este modo llega a entrevistarse con el entonces superministro Domingo Cavallo, que ya tenía referencias de él por Sonia, su esposa, y por Bernardo Neustadt; aunque muy simpático no le cayera el "curita", como lo llamarían varios personajes del menemismo. Es a él a quien Grassi le exhibe como suya la maqueta que había sustraído de La Casita antes de desaparecer de Paso del Rey; por supuesto, nadie puede saber que se trata de un proyecto de Mettone para ampliar su propio hogar.

Seguidamente le relata que, para concretar "su" proyecto, sólo requiere de dos pequeñas ayudas del gobierno nacional: dinero y las tierras del IFONA donde plantar los cimientos. Es la persona justa y el momento justo: Cavallo no tiene problemas para regalarle los terrenos de un organismo público que, de todos modos, pensaba desmantelar, igual que muchos otros.

TIERRA Y MILLONES

Grassi descubrió entonces que se encontraba en una situación de privilegio con el gobierno menemista y mientras estuviera a su alcance, no abandonaría esa llegada directa al poder. Los terrenos le fueron otorgados el 23 de diciembre de 1993 y varios millones de pesos-dólares al mismo tiempo (5 dicen algunas fuentes, 17 millones aseguran otras). En agosto del año siguiente organizó la inauguración oficial del hogar, con la presencia, entre otros jerarcas menemistas, del mismísimo Menem y su factotum Cavallo.

Tenía los terrenos, tenía los primeros edificios para exhibir, pero escasos chicos "recuperados" para mostrar a personalidades y a la prensa; de manera que convocó a Luis D'Elía, a quien conocía del aspirantado de Ramos Mejía y de su actividad en La Matanza, para que le trajera colectivos llenos de pibes de San Justo. Y así lo hizo. En su despacho, entre otros trofeos, Grassi aun conserva la instantánea tomada en la ocasión, en la que se lo ve rodeado por las caras sonrientes de Cavallo y D'Elía.

Así se inicia la danza de los millones que, como agua, comenzaron a correr en las cuentas de la Fundación desde el ámbito público como del privado. Dinero que destinaba básicamente a dos fines: el primero, la construcción de edificios que servían para mostrar e impresionar a invitados, aportistas, funcionarios y vecinos (incluso al entonces obispo Justo Laguna, cuya vivienda estaba enfrente).

El segundo, para pagar salarios del personal necesario para mantener y hacer funcionar semejante infraestructura, más allá de las necesidades concretas por cantidad y calidad de chicos (decía que tenía 6 mil, pero nunca llegaron a la sexta parte), a los que "recolectaba" en el lugar donde estuvieran con sus "operadores de la calle".

"El Equipo Móvil San Roque diariamente recorre estaciones de tren, viaja en los subtes y los trenes de Buenos Aires rescatando chicos de la calle. Los mismos son ayudados a reintegrarse en su grupo familiar. De no ser posible el 'volver a casa' se los ayuda a resolver las situaciones que los llevan a mendigar, robar o trabajar precozmente para bien de ellos", según el sitio web de la Fundación.

ESTABLISHMENT

Con el continuo flujo de los millones, la construcción de edificios en el Hogar Don Bosco, sede de la Fundación, así como en los otros hogares de Capital y GBA, continuaban sin cesar. Pero respondían a la lógica del período: al mejor estilo, por ejemplo, de los hospitales que como cascarones vacíos solían inaugurar Menem y Eduardo Duhalde, en los que sobraba mampostería pero faltaba aparatología y personal.

Es la época de las escuelas-shopping, de la privatización de las cárceles, de la salud y de la educación. Grassi encarnó en el período -o el período encarnó en él- y coincidió con sus promotores en la línea estratégica del momento: la privatización de todo, incluso de la ayuda social para una Nación que ofrecía clientes a montones, millones de desocupados y hambreados por una política económica que apuntaba directamente a la destrucción de la riqueza nacional merced al lucro privado. Por eso estableció con Menem, con Cavallo y con el empresariado, una relación simbiótica.

Grassi se ligó a establishment y éste con Grassi y al vertiginoso crecimiento de su Fundación: Alfredo Yabrán, Franco y Mauricio Macri, Susana Giménez, Raúl Portal, Rodolfo Galimberti, Jorge Born, Jorge Corcho Rodríguez, Neustadt, Julio Ramos, Mariano Grondona, Piero, Zulema Yoma y Zulemita Menem, Rousselot, Cecilia Bolocco, Alejandro Röemmers, Santiago Soldati, Cristiano Ratazzi, Carlos Ruckauf, Aníbal Ibarra, José Ranero Díaz (Repsol-YPF), Diego Santilli, José Röhm, Daniel Hadad, Enrique Götz, Gerardo Sofovich, Raúl Primatesta, Samuel 'Chiche' Gelblung, Baby Etchecopar, Viale, Eduardo y Chiche Duhalde, Tito Lectoure, Jorge Fontevecchia, Mario Cirigliano (TBA), Alfredo Coto, Héctor Lombardo, Fernando De la Rúa, Pérez Companc... La lista podría ser interminable.

Todo comenzó a resquebrajarse cuando, en 2001 y por orden directa del Vaticano, Laguna propició la renuncia de Grassi como presidente de la Fundación para reducir su tarea a la de "director espiritual", debido al escándalo generado por la sospecha de "delitos económicos" denunciados en los tribunales moronenses, que lo involucraban. Además, Menem estaba preso, Grassi lo había visitado para darle "apoyo espitual" y gobernaba la Alianza UCR-Frepaso, con la que el entonces obispo de Morón comulgaba sin reparos.

Luego llegarían los escándalos -económicos y de los otros- que ni doña Rosa pudo ignorar.

PADELAI

¿Y los chicos? ¿Qué pasaba con los internos y pibes que concurrían al hogar a comer y/o estudiar? Para muchos observadores, el "sistema" que impera en la Fundación es el del desaparecido Padelai (Patronato de la Infancia): el asilo represivo destinado a retener a los chicos que no se insertan en la sociedad -porque no pueden o no los dejan- más para protección de la sociedad que para la reinserción de las víctimas-potenciales victimarios. Para aggiornarlo, Grassi lo pintó con otro modelo para él conocido: las Aldeas Infantiles SOS.

La calidad de los personeros encargados de alcanzar ese estatus basta como ejemplo. Si bien el cura trazaba las líneas generales de la Fundación, el encargado de aplicarlas en concreto era Juan Domingo Pérez, exseminarista con quien Grassi había trabado amistad en Ramos Mejía, y policía exonerado de la Bonaerense, condenado por la Justicia a no poder acercarse a sus propios hijos debido al grado de violencia que sabía hacerles experimentar: a uno de ellos le había arrancado parte del cuero cabelludo en uno de esos virulentos raptos [7].

El médico pediatra y especialista en la problemática de la niñez Edis Buscarons fue coordinador del Hogar Don Bosco durante seis meses de 1996 y en ese período alcanzó a advertir que "en el hogar había un ambiente de violencia y era palpable la represión. La única formación que tenían las personas encargadas del cuidado y educación de los chicos eran catequistas... Por eso las chicas no podían tener ningún contacto con los varones, porque ni siquiera se podía mencionar el tema sexual. Otro ejemplo es cuando se comentó que Grassi había sido amenazado y teníamos dos patrulleros policiales que daban vueltas día y noche por el hogar".

Otro ejemplo: "En la casa de los más chiquitos, que tenía paredes blancas y todo era blanco, no había ningún estímulo ni emoción para ellos; se formaban chicos internamente áridos, tristes. Además, cuando los chicos de hasta tres años se portaban mal, la mujer que estaba encargada de la casa los encerraba en el baño y no los dejaba salir", asegura Buscarons.

Pérez, en los hechos quien llevaba las riendas del hogar, fue quien contrató a un asistente social para controlar el estado de los chicos; de apellido Carballo. "Carballo, formado como asistente social también en la escuela de policía, planteaba que los chicos que estaban en el hogar ya eran delincuentes desde la panza de la madre; genéticamente delincuentes", señala. "El hogar no era más ni menos que una cárcel más digna".

El también exvicepresidente de la Fundación Red Solidaria Azul y Blanca, dedicada a la problemática de la niñez, durante su permanencia en el Hogar Don Bosco formó el equipo psicopedagógico que "hizo un estudio sobre los chicos que primero pasaron por la casa de bebés y a los seis años fueron a la escuela, y descubrieron que estos chicos tenían problemas para la compresión y un retraso en la adquisición de las habilidades y capacidades con respecto a los que llegaban más grandes", relata.

Por eso recalca: "Una vez dije que si poníamos a todos los chicos desde bebés en el hogar, esto se convertía en una fábrica de retrasados mentales". Luego, el equipo en pleno fue echado.

Otro ángulo que a Grassi le gustaba exhibir públicamente era la supuesta reinserción laboral de los internos, mostrando los panes y galletitas que salían de la panadería artesanal del hogar y la miel de sus colmenas, entre otros productos. La verdad es que el pan lo producía un panadero profesional y la miel era adquirida a granel a distintos apicultores para ser fraccionada con la etiqueta de la Fundación, como hecha por los chicos.

Los mismos chicos que eran doblemente victimizados: marginados por la sociedad y "reeducados" con sistemas como el de Julio César Grassi.

Tal vez sobre el cura haya caído "todo el peso de la ley", pero la jerarquía eclesiástica, los grandes empresarios y los gobiernos que lo engendraron no podrán exculparse de haberlo promovido y sostenido hasta las últimas consecuencias. Y, por lo tanto, aún tienen que dar cuentas de ello.

Referencias:

[1] http://www.cij.gov.ar/nota-1536-Condenan-a-Julio-C-sar-Grassi-a-15-a-os-de-prisi-n.html

[2] http://www.diarioregistrado.com/sociedad/79333-tras-ratificar-la-condena--ordenan-la-detencion-de-julio-cesar-grassi.html

[3] http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-183599-2011-12-17.html

[4] http://elpais.com/diario/2009/10/26/sociedad/1256511605_850215.html

[5] http://www.diarioregistrado.com/politica/80040-grassi-recurrio-a-la-corte-suprema-para-apelar-la-condena-en-su-contra.html

[6] http://www.perfil.com/sociedad/Peter-Malenchini-una-historia-de-abusos-y-silencios--20131108-0015.html

[7] http://edant.clarin.com/diario/2007/10/11/policiales/g-04901.htm