Siempre le piden al peronismo autocrítica. Que reconozcan errores en las distintas gestiones, que dentro del espacio se señale que está bien y que está mal. Pero la oposición funciona como un bloque homogéneo de políticos, medios, embajadas y Justicia que no muestra ninguna fisura y jamás está dispuesta a pedir disculpas por nada.

Eso provoca un dilema: ¿se sigue el juego que propone el adversario, que tiene la cancha inclinada a su favor, o se es leal con las propias convicciones? Es una trampa perversa que no permite salir ganador indemne, siempre algo se pierde. 

Juan Grabois no le teme al peso de sus palabras, aun sabiendo que genera resquemor dentro y fuera del Frente de Todos, y más al tocar un tema espinoso y muy meneado como es la situación en Formosa.