El juez Julián Ercolini está muy acostumbrado a hacer una interpretación demasiado libre de las leyes y hasta estuvo dispuesto a cometer el delito de dádivas al aceptar la invitación de Clarín a la mansión de Lewis en Lago Escondido junto con otros magistrados, exagentes de inteligencia y ministros del macrismo, pero denunció a Rodolfo Tailhade por llevarle una docena de facturas.

La ironía de Tailhade tenía referencia directa a las facturas truchas que se presentaron para intentar tapar el escándalo de ese tristemente célebre viaje, obviamente no había delito alguno y así se lo hizo saber la Justicia a Ercolini desestimando la causa.

Lo raro es que con esta ridícula movida el juez Julián Ercolini no hace más que demostrar cómo es que funciona la Justicia argentina que acepta una denuncia por llevar una docena de facturas pero que no investiga qué fueron a hacer los jueces y fiscales reunidos en la mansión de Lewis con funcionarios del gobierno de la Ciudad y ex agentes de inteligencia o que no termina de ponerse a investigar seriamente el intento de magnicidio contra Cristina Kirchner.