Como era de esperarse, la derrota del domingo disparó una fuerte interna en Cambiemos y en particular en el Pro, donde comenzaron con el pasaje de facturas entre quienes hicieron menos y quiénes más para revertir el resultado de las PASO.

Todos los cañones apuntan a María Eugenia Vidal, que fue vencida contundentemente por Axel Kicillof: 52 a 32 por ciento de la gobernadora, lo que volcó definitivamente la victoria para el lado del Frente de Todos.

Mientras tanto, allegados al presidente Mauricio Macri aseguran que hizo “todo lo posible” para remontar la derrota de las Primarias y hacen hincapié en los 8 puntos que finalmente lo separaron de Alberto Fernández, tras sumar votos en Córdoba y otras provincias con relación a las PASO.

Con Rodríguez Larreta triunfador, todo parece indicar que la mandataria bonaerense –hasta el 10 de diciembre próximo– es el chivo expiatorio del que los macristas puros pretenden hacer leña.

Un ídolo o ídola caída, teniendo en cuenta que fue ella quien debió contener a los intendentes bonaerenses que reclamaban con desesperación desdoblar la elección provincial para evitar ir pegados al salvavidas de plomo que representaba Macri.

Teniendo en cuenta, también, que para muchos observadores, analistas y medios afines al macrismo, era l propia Vidal la garantía de una eventual victoria de Juntos por el Cambio, y hasta la querían catapultar como candidata presidencial.

Un ídolo o ídola de barro, en fin.