El zócalo tiene todos los elementos que a su público le gustan: 'persecución k' o 'preso político'. Lo segundo engarza perfectamente con el discurso de que se está frente a un régimen que no respeta los derechos y la Constitución.

Pero convertir a Carolina Píparo en una mártir perseguida por un Gobierno que la hostiga va más allá de lo que cualquiera pudiera haber imaginado.