A Alberto Fernández le tocó lidiar con lo que le tocó a todos los presidentes de este momento: una pandemia que alteró el contacto, la salud, la economía, el día a día.

Pero en pocos lugares se vio tanta virulencia como la que recibe en cada ataque que le hace un sector de la sociedad que tiene el odio como motor.

Por eso se dirigió a su núcleo de votantes, los trabajadores, con un mensaje que calza de raíz con el movimiento que los representa: el peronismo.