Se le ven las orejas al lobo. Es tan claro por donde viene que parece mentira que unos cuantos lo consuman sin cuestionárselo. Porque ni siquiera es genuino, propio de estas tierras. Está tomado de un modelo que la derecha está utilizando en distintas partes: echarle la culpa al gobierno de turno de la cantidad de muertos.

Después de militar en contra de las vacunas y el aislamiento, ahora Eduardo Feinmann cuenta los muertos y se los enrostra directamente al Gobierno, como si fuera el responsable, y no el que hizo posible que se evitaran muchos más.