No saben hacerlo de otra forma y no les importa que se note porque de todos modos nadie se los va a marcar en los medios hegemónicos.

Saben que sus mentiras, falsedades y doble vara calan bien en el objetivo de azuzar el odio entre quienes los apoyan y buscan cautivar a algún descontento desprevenido.

Por eso Patricia Bullrich se anima a decir que no quiere sacarle un rédito político al episodio del kioskero asesinado en Ramos Mejía y a continuación hacer propaganda electoral.