Alguien tiene que hacerlo y El Dipy tomó con entusiasmo ese lugar. Uno debe ser el encargado de tirar bombas y divertir con sus frases cargadas de odio a un electorado cautivo que lo único que quiere es irritarse contra todo lo que sea peronismo, kirchnerismo, gobierno popular, feminismo, sindicalismo u otra cosa que se vaya de los márgenes estrechos de la derecha tradicional.

Pero claro, no es tan sencillo ser provocador, requiere ir acrecentando las denuncias, los insultos, variar el ángulo de tiro y los blancos a pegar.

El Dipy se esfuerza, habla y se viste como requiere la puesta y luce confiado en un canal donde nadie le repregunta nada y se lo escucha como si sus palabras guardaran algún conocimiento.

Pero se agota el truco y suena repetido, por eso decidió ir por la historia y apuntar a Juan Domingo Perón como si nadie lo hubiera hecho en las largas décadas desde su llegada al poder.