Es un sentimiento que se retroalimenta, que va de la pantalla a los televidentes y le vuelvo a los periodistas que ya no pueden hacer otra cosa que alimentar al monstruo que ha creado.

Así el odio va sumándose y entre todos se las arreglan para que chorree las redes sociales y ensucie cualquier charla con un opositor al Gobierno.

Ese odio que se apoya en argumentos racionales pero se funda en sentimientos de clase y de diferenciación social, para separarse y detestar a todo lo que huela a peronismo o populismo.

Y sin duda, el odio es una paleta que Jonatan Viale sabe utilizar, aunque para eso deba dibujar una escena ficticia que le sirva para que su público deteste a Máximo Kirchner.