Ya se ha convertido en un sub género del periodismo vernáculo el interpretar cada cosa que dice y hace Cristina Fernández de Kirchner oscilando entre el temor a un supuesto poder enorme que podría desatar si se revelan esos datos y la burla desatada.

Elisa Carrió colabora con esa línea aportando material de su propia cosecha amparándose a cierto conocimiento que tiene de la cosa pública.

Pero esta vez se pasó de la banquina al interpretar algunos gestos de la vicepresidenta como si dijeran algo que, a pesar de que los periodistas de La Nación + hicieran los esfuerzos, era imposible distinguir.