En Sobredosis de TV la dinámica es clara: el invitado debe opinar acerca de lo que vio o sintió después de que pase un informe sobre determinado tema. El informe era sobre Viviana Canosa y el invitado Pablo Echarri. Dos miradas políticas, sociales y culturales absolutamente distintas.

Al principio fue sobre la posición que tiene Canosa del feminismo y su forma de torpedear la causa, luego sobre su faceta dramática para trabajar algunos temas, y después acerca de cómo quiere relacionarse con su audiencia.

En ninguno de los tres ítems Echarri tuvo miramientos y opinó con crudeza sobre una forma de hacer periodismo que se impone en el último tiempo donde se buscar impactar más desde lo emocional que desde lo racional.