Definición de kirchnerismo
Es lo más fácil de definir. Pero no es fácil darse cuenta. Nos pasa a todos.
Porque si después de tantos años aún cuesta definir al peronismo, (salvo para esos perónologos de museo que pretenden petrificarlo en un dogma de aire), probablemente pase igual con el kirchnerismo, que es su afluente natural y continuidad en el futuro.
¿Qué y cómo es, o no es, esa creación política simbolizada en la K?
En el reciente libro de Carlos Aletto sobre Julio Cortázar, acabo de encontrar la revelación que me permite definir al kirchnerismo. El libro se titula “Diálogo para una poética”. Allí se reproduce un fragmento de “Niebla” novela del clásico español Miguel de Unamuno. Y el fragmento responde por azar, al torbellino de disputas y polémicas que suscitaba en Buenos Aires la aparición, en los años sesenta, de “Rayuela” con su estética lúdica y revolucionaria, de imposible vínculo con la lectura de la novela tradicional. Y causa de incomprensión en los lectores y críticos inmóviles alterados en su cómoda estabilidad.
Lo que allí dice Unamuno es ésto: “ Pues le he oído contar a Manuel Machado, el poeta, el hermano de Antonio, que una vez le llevó a don Eduardo Benoit para leérselo, un soneto que estaba en alejandrinos o en no sé qué forma heterodoxa. Se lo leyó y don Eduardo le dijo: `Pero ¡eso no es un soneto!..` “No, señor –le contestó Machado- es un sonite”. Pues así con mi novela , no va a ser novela, sino…¿cómo dije? , navilo…nebulo, no, no, nivola, eso es ¡nivola! Así nadie tendrá derecho a decir que deroga las leyes de su género…Invento el género , e inventar un género no es más que darle un nombre nuevo, y le doy las leyes que me place..” Cortázar pensó lo mismo al escribir “Rayuela”. Es que cuando alguien- genio o loco- crea un algo distinto sobre un molde clásico revuelve el avispero. ¿Acaso a Piazzolla no le negaron que su música de Buenos Aires se llamara tango? Poco importa si es tango, o tangue, o tanguelo. Su música atraviesa la historia.
Igual la atravesará el kirchnerismo. O Cristinismo. O peronismo progresista. O post peronismo. O cómo quiera que se llame y se vaya llamando. Una creación va creando sus leyes. Inútil querer comprenderla sin predisposición al cambio y con manuales viejos. Exige nuevas formas corporales, visuales y espirituales para asumir su lectura. No hace falta erudición ni cultura. Es suficiente el instinto y la vocación popular. Y sobre todo vaciarse de antiperonismo; letanía que permanece a veces en quienes menos se imaginan serlo. Lo más triste es el peronismo antiperonista. No es ni siquiera una traición política sino una deformación humana. Y más inmodificable y rabiosa que el antiperonismo puro.
Pero entonces, ¿cuál es la definición que se promete en el título? Es esta: “el kirchnerismo no es. Se está haciendo”. Y aún sin terminar luce como una obra completa.