El discurso antipolítica y ultraliberal parece haber sido tomado por ciertos panelistas como una posición cool para mostrarse más allá de las grietas y poder pegarle a todos con libertad. En realidad esconde una postura de derecha disfrazada de un fastidio a la clase dirigencial inoperante. No es nuevo ni llamativo, así llegaron Donald Trump y Jair Bolsonaro a sus respectivas presidencias, apalancados en el descontento de los apolíticos.

Pero para sostenerlo hay que tener algo más que frases a repetición y fórmulas gastadas, por eso cuando el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arrollo, confrontó con el panelista de GPS lo liquidó.