La renuncia de Elisa Carrió se enmarca en un contexto internacional complicado, a la luz del análisis que arroja los convenios firmados por Susana Malcorra con Qatar -mientras muchos países árabes prefieren romper relaciones- la abstención de reclamos por Malvinas y hasta por los escándalos desatados en Brasil. Carrió logró frenar hasta el momento el tratamiento de cuestionamientos contra Malcorra por su desempeño.

Sin embargo, después de haber hablado "con los bloques de Cambiemos y con la Presidencia”, la diputada señaló que se meterá de lleno en la campaña porteña, donde es primera candidata por Cambiemos, y en el resto del país.

La partida del cargo más importante de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto de la Cámara baja, fue argumentada por la propia Carrió al explicar que intenta evitar confrontación y que se politice este cuerpo, al tiempo que negó mantener “un conflicto con el nuevo canciller”, Jorge Faurie.

La legisladora propuso que asuma la presidencia la diputada macrista Cornelia Schmidt Liermann: “Yo soy una figura muy fuerte en el escenario nacional”, sostuvo Carrió y justificó que su continuidad en este rol “evitaría consensos en momentos electorales”. 

El vicepresidente de la comisión, Guillermo Carmona del FpV-PJ, advirtió que no cuestionaría la “decisión personal” aunque puso un manto de cautela por el contexto internacional. Carmona puntualizó “el cambio de canciller, y de toda la cúpula de la Cancillería”, la ruptura de países árabes con Qatar y la creciente conflictividad en el Mercosur, “que está que explota”.

El diputado del FpV fue quien denunció el memorando que firmó la Argentina con Qatar, del cual Carrió se desligó a pesar de sus obvias responsabilidades junto a Malcorra, quien también está imputada penalmente en esta causa, junto a Mauricio Macri, Horacio Ryser, Gastón Gaudio y otros, donde se había acordado la fuga de 300 millones de dólares de la ANSES a un paraíso fiscal.