Después de la gran marcha antifascista, Javier Milei decidió hablar públicamente para lo que montó una pantomima que algunos se atrevieron a llamar entrevista, con su mascota más fiel: Esteban Trebucq.

Pero como Milei se hunde solo, se encargo de confirmar que dijo lo que hasta ahora decía que no había dicho, aunque todos lo hubiéramos escuchado y entendido a la perfección.

Además, claramente mal asesorado, Javier Milei habló de unos supuestos centros de hormonización y de mutilación genital de niños, dos cosas que solo existen en el imaginario presidencial y de algún asesor malintencionado que lo hizo quedar en ridículo. Carla se encargó de explicarle cómo son las cosas.