Novaresio suele ser un entrevistador agudo, punzante, equilibrado y astuto, en su imaginación. Allí piensa el cuestionario perfecto, que arrincona a su interlocutor con una lógica impecable en sus zonas más oscuras. Así imagina preguntas para Alberto Fernández sobre la geopolítica mundial que presumiblemente harían trastabillar al mandatario.

La realidad es otra cosa. Así lo demuestra el momento en que fue uno de los pocos privilegiados que pudo tener una entrevista uno a uno con Cristina Fernández de Kirchner, y nadie recuerda su intervención como algo memorable.

No consciente de eso, y a su lado, con el ego hasta las nubes, Viviana Canosa fogoneando el pedido, no tuvo mejor idea que hacer el acting de que nunca el presidente se va a dignar a darle el gusto.

Lo justo sería advertirle que se le puede dar, que tal vez hable con Alberto, pero que no se sobreestime, sus preguntas no son para tanto.