"Desde que llamaste para entrevistarme tuve la sensación de que la nota ya estaba escrita. Que solo querias darle cierta apariencia periodística. Ahora lo confirmo. Vos sabés, Laura, que el personaje de tu nota no existe. Es que alguien así nunca podría ser peligroso".

Con estas palabras Ricardito cruzaba en twitter a la periodista que días antes llamó para entrevistarlo en La Nacion. El artículo que terminó publicado es una mezcla de entrevista con una editorial que no se ahorra en críticas.

Apenas murió el expresidente radical, Ricardo Alfonsín (o Ricardito, como lo llaman en Chascomús) empezó a probarse sus trajes. Aparecía en las revistas enfundado en ellos, aprovechando el enorme parecido físico con su padre, quien, a la vez, era el padre de la democracia.

Semejante herencia emocional y política es capaz de marear a cualquiera. Y así aparece hoy Ricardito: desorientado, más cerca de la oposición que de las batallas de Cambiemos.

Así arranca el artículo que intenta luego hacer un análisis de la presencia del radicalismo en Cambiemos, de la figura de Ricardo, y de lo que podría suceder si deja la coalición gobernante. Sin embargo en todo momento la autora estigma la figura de Alfonsín.

Alfonsín hijo, que empezó a hacer política al filo de los 50 años (antes no se animaba porque ese era el lugar de papá), desarrolló una conducta errática y por momentos incomprensible como integrante del oficialismo.

(...)Pero, por lejos, su posición más incomprensible fue la de afirmar que si no fuera político habría marchado junto con los camioneros de Moyano en su pulseada contra Macri.