* En colaboración con Ale Scarano

Cuando la Alianza Cambiemos asumió en diciembre de 2015, lo hizo con rimbombantes anuncios de inversiones. Invito al lector a hacer un poco de memoria. En Enero de 2016 viajó una comitiva al Foro de Davos y en septiembre de ese año se organizó en Buenos Aires el auto-denominado Mini-Davos. En aquel entonces la Casa Rosada estimaba las inversiones en 130 mil millones de dólares (para los 4 años de la gestión de Mauricio Macri) y los mandatarios de otros países y CEOs de las principales compañías, que visitaban Argentina o eran visitados por una delegación de nuestro país, hacían promesas al respecto.

En ese momento un relevamiento del CEPA alertaba que sólo era posible cuantificar anuncios concretos de inversiones por 18 mil millones de dólares. Es decir, al momento de precisar cuáles eran las empresas, los rubros y montos de las inversiones, las mismas se reducían a menos del 14% de lo anunciado.

Uno de los principales argumentos esbozados era que con el cambio de gobierno, y la llegada al poder de Cambiemos, los inversores nacionales e internacionales tendrían interlocutores más “amigables” con “reglas de juego claras”, “estabilidad” y menores controles estatales para beneficiar a los empresarios emprendedores. Esta combinación traería la “lluvia de dólares” vía inversiones extranjeras y  repatriación de capitales nacionales que impactarían positivamente en el crecimiento y la generación de empleo de calidad.

El gobierno fue excesivamente amigable y los controles se relajaron (en muchos casos desaparecieron) pero las inversiones nunca llegaron. Algunas sí lo hicieron, pero en su versión especulativa ¿El resultado? Corrida y devaluación del peso respecto del dólar del 105% en 2018.

Según los datos de la Formación de Capital Bruto Fijo (componente  de la demanda global publicado por el INDEC), las inversiones en 2016 cayeron 4,9% respecto del año anterior, en 2017 aumentaron 11% interanual y fueron el principal motor de la actividad económica. En 2018 se estimaban en un 12% pero luego de la crisis los pronósticos redujeron las expectativas al 0,5% y para el 2019 se estima que se contraerán un 9,7%. El saldo de la gestión Cambiemos está lejos de parecerse a lo que soñaron alguna vez sus líderes, los miles de kilómetros recorridos en busca de inversiones no dieron los resultados esperados.

Un estudio del Observatorio de Coyuntura Internacional de Política Exterior (OCIPEX) publicó recientemente un informe sobre Inversiones Extranjeras en la Argentina 2016-2018. ¿Especulativas o Productivas? donde aseguran que la eliminación de las regulaciones cambiarias y sobre el control de los capitales, tanto en relación a la permanencia en el país como en cuanto a la libre repatriación a su lugar de origen, fomentaron el ingreso de inversiones especulativas, siendo éste tipo de inversiones el 80% del total de las que llegaron al país.

Según el mismo informe (basado en datos del BCRA) mientras las inversiones extranjeras directas productivas se mantuvieron estables, las de cartera (o especulativas) crecieron abruptamente. El principal destino fue la compra de letras y títulos de deuda para aprovechar la jugosa valorización financiera que alcanzó ganancias de hasta un 13% en dólares mediante el carry-trade (bicicleta financiera). Se reedita el proceso por el cual el ingreso de capitales en dólares se cambian a pesos para su valorización local a través de instrumentos financieros y, nuevamente,  la conversión a dólares y fuga. En números, entre 2016 y 2018 entraron inversiones de no residentes por 36.604 millones de dólares, de los cuales el 80% fue de carácter especulativo. Además, más del 80% de esas inversiones financieras ya emigraron y los dólares que se fugaron fueron financiados con reservas del Banco Central y el endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional.

La valorización financiera se ha recrudecido en estos últimos años por la desregulación cambiaria y por las propias inconsistencias de las políticas de la administración Cambiemos. Su resultado es conocido: crisis económicas que demandan de planes de estabilización que tienen como resultado el retroceso de la economía real. El análisis de cualquiera de sus variables puede verificarlo.