Los golpes militares en América Latina fueron el instrumento de los poderes económicos y del gobierno norteamericano para derrotar a los gobiernos populares, eso que hoy se denuesta como “populismo”, calificado como “barbarie” en el axioma sarmientino, en realidad expresiones políticas que tienen el atrevimiento de violar la ley de la ortodoxia económica y del neoliberalismo político, distribuyendo de arriba hacia abajo, cuando “la civilización” a la que se le atribuye la racionalidad extrae de abajo para llevarlo hacia arriba.

Después de hundirse en el barro de la represión, de fracasar económicamente, de horribles violaciones a los derechos humanos, a lo cual se sumó en la Argentina una derrota militar, las fuerzas armadas perdieron su función de brazo armado de los poderosos y terminaron hundidos en un desprestigio profundo. Había que buscar otros reaseguros y ahí el establishment produjo un contubernio mucho más intenso entre medios hegemónicos y el poder judicial.

En la Argentina nunca la derecha había podido ganar elecciones presidenciales desde la ley Sanz Peña. Sólo la conversión menemista había transformado un gobierno de origen popular en una prolongación de la política económica de la dictadura establishment- militar.

Usando metodología de marketing, vendiendo un candidato como un dentífrico, usando la corrupción como piedra basal, con multimedios dominantes haciendo periodismo de guerra, machacando sobre los prejuicios de los segmentos más permeables de las clases medias y bajas, fogoneando el odio de las altas, usufructuando errores laterales de los gobiernos populares, mintiendo sobre sus propósitos, disfrazando un Everest de mentiras bajo el acierto publicitario de denominarse CAMBIEMOS, lograron el milagro de ganar democráticamente las elecciones del 2015.

PLAN REFUNDACIONAL, PLATAFORMA DE NEGOCIOS, INFANTILISMO IDEOLÓGICO

La mixtura explosiva de una ideología depredadora, a la que se recurre para refundar el país y terminar con una de las alternativas históricas entre dos modelos, instrumentada como una gigantesca y restringida plataforma de negocios, y con un desconocimiento supino de la historia y el desarrollo del capitalismo, conduce al gobierno a un callejón sin salida. Su fundamentalismo e ignorancia les impide conocer que los países desarrollados sólo fueron parcialmente librecambistas cuando llegaron a ser hegemónicos, como Inglaterra en el siglo XIX y EE. UU en los siglos XX y XXI. Previamente fueron tenazmente proteccionistas y aún hoy protegen sus producciones menos competitivas. Además, después de ciertas pequeñas aperturas, con Trump, EE. UU. ha empezado a crecer sostenidamente por su política proteccionista y de recuperación industrial. Por ello, y en el mejor de los casos lo que sucede podría estar condensado en dos frases del periodista uruguayo Federico Fasano Martens: “No supieron leer los anuncios y la digestión de la historia se los tragó” y “O no entendieron lo que está pasando o ya pasó lo que estaban entendiendo”

No aprenden ni siquiera cuando sus países admirados le cierran la puerta al ingreso de productos argentinos que no se conmueven por la posibilidad de colocar en forma irrestricta sus producciones en nuestro país

Luego de liberar en forma total el ingreso y salida de capitales y despilfarrar el bien más escaso que tiene la Argentina que es el dólar (cuya insuficiencia es el origen del verdadero problema que es la restricción externa producida por las remesas de utilidades, la fuga de capitales, la importación irrestricta, el saldo multimillonario negativo en turismo, la libre compra de dólares para atesoramiento o fuga, la destrucción industrial, el endeudamiento febril, produciendo déficit comercial, déficit presupuestario y déficit de cuenta corriente creciente; a lo que se suma la distribución regresiva del ingreso y una transferencia desnuda y patética hacia el poder económico), el resultado inexorable no puede ser otro que el fracaso económico,  que se patentiza aún más con el regreso al FMI y los efectos devastadores que arroja el balance de los primeros treinta meses.

Está claro hoy que gobierna Christine Lagarde con sus dos colaboradores, Alejandro Werner (director del hemisferio occidental) y Roberto Cardarelli (encargado de Argentina) que serán pronto tan conocidos como Macri.

Ante este estruendoso fracaso, el plan refundacional parece reducido a dejar al país en un escenario de dependencia extrema y abrazado al Fondo Monetario, después de disparar la bala de plata que es un suicidio inducido. Es una cadena de un peso insoportable que condiciona el futuro de cualquier gobierno popular. Estarían obteniendo un triunfo precario en relación con los objetivos iniciales. Llegar a la tierra de la servidumbre, a la que aspiraban alcanzar, pero posiblemente sin poder gobernarla y dejando a sus sucesores las manos atadas.

No hay que equivocarse: el rumbo siempre lo tuvieron claro y por eso sólo tienen un solo plan, al punto que su fundamentalismo no admite flexibilizaciones y la alternativa de recurrir al Fondo lo ven como un reforzamiento de sus objetivos coloniales refundacionales con el respaldo internacional, ese que no tuvieron para la lluvia de inversiones productivas y sólo recibieron una granizada de capitales especulativos que convierten a la Argentina en uno de los países más expuestos a los cimbronazos internacionales.

La actual desazón casi generalizada está muy lejos de la “Revolución de la Alegría”, relación directa del contraste de llegar con las expectativas despertadas por dos triunfos electorales, aunque fueran infundadas, y gobernar para los mercados buscando desesperadamente la aceptación del establishment internacional. Así Mauricio Macri vive afirmando: “El mundo reconoce que estamos haciendo las cosas bien”, “El mundo apoya a la Argentina”, “El mundo nos acompaña ubicándonos al mismo nivel de las economías confiables.”

TODO AL REVES

El macrismo ha logrado alcanzar la cuadratura del círculo, al punto que todo lo que tiene que subir consigue que baje y todo lo que debe descender asciende.

Así la inflación que debía bajar este año es posible que suba a un 35%

El dólar que en el relato de Macri no sería problema en su gobierno subió un poco más del 46% en seis meses.

La inflación que debía bajar en tres años superará el 100%

La desigualdad, que no es mencionada nunca por el gobierno con la intención de reducirla, se incrementa año a año, según el índice Gini.

La pobreza cero según la promesa gubernamental sufrirá un severo contratiempo cuando se conozcan las cifras del primer semestre de este año.

La fuga de capitales es obscena redondeando un promedio de más de 2500 millones de dólares por mes. Desde diciembre del 2015, la fuga de dólares asciende a 51.656 millones.

Sólo en los cinco primeros meses del 2018 llegó a 13.608 millones de dólares.

En lo que va del año la pérdida de reservas del Banco Central ascendió a 19.703 millones de dólares.

En apenas 20 días hábiles, se han ido 3538 millones de dólares de los 7.500 millones que el Fondo Monetario autorizó para estabilizar el valor del dólar. Al respecto es pertinente una observación muy importante: en las exigencias del acuerdo se establece que el tipo de cambio debe ser libre lo que entra en contradicción con los 7500 millones de un total de 15.000 millones destinado a parar la corrida. El objetivo real, más que parar la corrida, es proveer los fondos a los grandes especuladores para facilitar la fuga. 

El famoso riesgo país del que nos habíamos olvidado, bordea los 600 puntos. Debía bajar, pero sube con entusiasmo.

La desocupación que debía seguir bajando crece al calor de los despidos públicos y privados y se incrementará significativamente con recesión e inflación.

La devaluación disminuirá el déficit comercial previsto por reducción de las importaciones, pero igual será posiblemente mayor que la del año 2017.

La balanza de pagos seguirá incrementando su déficit cebada por la bomba de los intereses y amortizaciones de capital que crecen a un ritmo mucho más intenso que la reducción de los subsidios. Los pagos de la deuda hasta fin de año llegan a los 10.800 millones de dólares, ascendiendo hasta diciembre del 2019 a 50.000 millones de dólares.

Las LEBAC emitidas en pesos pasaron durante el actual gobierno de doscientos mil millones de pesos a 1,2 billones de pesos y se intenta desactivarlas con un remedio peor que la enfermedad, que es el reemplazo de las LEBAC en pesos por las LETES en dólares.

Entre ambas significan una deuda equivalente a 53.000 millones de dólares.

Las reservas de libre disponibilidad no superan los 23 mil millones de dólares.

Los intereses superan el 40%, se liquidan reservas y la corrida cambiaria no cesa. Para intentar poner en caja los elementos monetarios se sumerge en una anemia profunda la economía real

La inversión es menor que durante el kirchnerismo. La inversión extranjera directa durante el macrismo fue de 11.507 millones de dólares y las remesas de utilidades y dividendos ascendió a los 6.000 millones de dólares. Según la consultora de Orlando Ferreres, a mayo el crecimiento interanual es prácticamente nulo. 

Los agujeros por donde se van los dólares, que deberían impedirse, son fomentados por el gobierno: los dólares gastados en el exterior por los argentinos de clase media y alta desde el 2015 subvencionados, implican 20.000 millones de dólares.

El orificio por turismo en el 2017 fue de 10.000 millones de dólares.

El porcentaje de la deuda sobre el PBI, con el recálculo de un dólar más alto, y el agregado de la deuda con el FMI pasará antes de fin de año de un 35% a un 82%. 

En materia de extracción de gas y petróleo, los dos últimos años son los peores de la década.

La capacidad industrial ociosa  alcanza un 40%

Se prometió que se crearía empleos de calidad. A junio del 2018, el resultado es un mentís categórico. Ocho de cada diez nuevos puestos corresponden a asalariados no registrados y cuentapropistas. Más de la mitad de los cuentapropistas también se desempeñan en la informalidad. Los sectores en donde existe mayor informalidad son personal de casas particulares, comercio, agricultura y ganadería y la construcción.  

En cambio, lo que debería subir, baja. 

Disminuye el crecimiento del PBI, que es altamente probable, para no decir seguro que este año sea negativo.

Baja el consumo por la brutal pinza que implica la caída del poder adquisitivo de sueldos, jubilaciones, planes asistenciales, y los tarifazos que desplazan consumos imprescindibles.     

Por exigencias del FMI, en lugar de subir, bajan los presupuestos de obras públicas, salud, educación, justicia, ciencia y tecnología.

Se puede sintetizar que su política económica consiste en ex.

SUICIDIO POR IDEOLOGISMO Y MALA PRAXIS

El gobierno hace una distribución regresiva del ingreso en forma impúdica. Mientras recorta a los sectores marginales, populares, y medios, no se anima a suspender la rebaja de medio punto por mes de las retenciones de la soja. Le tiemblan las manos y las rodillas para imponer un impuesto al turismo que revierta el drenaje de dólares en turismo. Ni hablar de colocar una retención del 15% a todas las exportaciones que en los últimos dos meses se beneficiaron con una significativa devaluación. Se podría obtener 9.000 millones de dólares que es una cifra cercana al ajuste descomunal que exige el Fondo. A su vez si se llevaría nuevamente el impuesto a los bienes personales al exiguo nivel que tenía hasta el 2015 de 1,25% y no el 0,25% que tiene en el 2018 aplicado sólo a las grandes fortunas, se podría paliar buena parte de la pobreza. Así lo explica el economista Claudio Lozano: “Hay 114 mil argentinos que tienen un patrimonio neto promedio de 15 millones de dólares, 1000 argentinos que tienen un patrimonio promedio de 30 millones de dólares y 20 argentinos que tienen fortunas superiores a los 1000 millones de dólares: si pagaran el impuesto a los bienes personales, con la alícuota de finales de 2015, la recaudación equivaldría a poder garantizar un subsidio a todos los hogares que hoy están sumidos en la pobreza para que dejen de estarlo.”

Apenas algunas alternativas para demostrar otra de las múltiples mentiras del gobierno que sostiene que hay un solo camino y es el que ellos proponen. Su sabiduría se reduce a la tijera y no tiene la menor imaginación para acrecentar ingresos.

La oligarquía en la década infame en salvaguardia de sus intereses adoptó medidas que iban en contra de sus propuestas liberales clásicas. Así estableció el impuesto a los réditos (hoy impuesto a las ganancias), creó el Banco Central, adoptó el control de cambios, aumentaron los aranceles de importación y surgieron las juntas reguladoras como la Junta Reguladora de Granos, la Junta Nacional de Carnes, la Junta Reguladora de Vinos, la Junta Nacional del Algodón, entre otras. Por supuesto que al lado de estas medidas que contradecían su prédica tradicional adoptó las habituales del recetario liberal: se redujeron los gastos del Estado Nacional disminuyendo los salarios de los empleados públicos y se restringió el gasto en obras públicas.

UN PAISAJE DESOLADOR

La suerte del gobierno no está definitivamente consumada, aunque sus posibilidades de revertirla pasan fundamentalmente por la división y/ o falta de alternativas de la oposición. José Natanson en su libro “¿Por qué? La rápida agonía de la Argentina Kirchnerista y la brutal eficacia de una nueva derecha” (aseveración muy discutible), califica a Jaime Durán Barba como el gran teórico de las mayorías despolitizadas.  Lo más probable es que esos sectores, si pasan definitivamente a un estado de desilusión, no se desplacen al campo nacional y popular, sino que conformen el espacio de los descreídos agrupados bajo la consigna de “que se vayan todos”, o integren alternativas inclusive aún más de derecha con rasgos predominantemente fascistas. 

Alienta, el espíritu de lucha que se percibe en sectores importantes de la sociedad argentina dispuesta a resistir la enajenación del país y la pérdida de derechos.

Los próximos semestres inmejorables que prometía el gobierno, se han diluido y ahora podemos coincidir que viene lo peor.

En palabras del mejor orador de Mayo, Juan José Castelli: “Si ves al futuro, dile que no venga”.