Este pomposo evento anual, comienza con tirones de oreja para presidente Macri en ausencia, que llega de Rusia más tarde, con las manos vacías. El trascurso de la mitad del mandato presidencial ya nos ha demostrado como se da la relación de la Argentina que “volvió al mundo” con el resto de los países. Amistades asimétricas con países ricos y dificultades progresivas en cuanto a los saldos comerciales negativos, evidencian este panorama de progresiva opacidad. A su vez, se ha comprobado como el aspecto financiero ha tomado peso, instalando indicios de su potencial capacidad de obstaculizar el futuro. Por consiguiente, parece que el cambio de gobierno y los problemas estructurales que Argentina presenta (desequilibrios en la balanza de pagos y déficit fiscal), irán cerrando las puertas que prometió abrir un exultante Prat Gay, cuando anunció el fascinante levantamiento del “cepo” y la depuración de la “grasa militante”. La realidad es que la relación del país para con el resto del mundo es cada vez más desigual y menos exitosa. Al apuntalarse la reprimarización de la economía junto al coordinado modelo de acumulación financiera, la relación de subordinación se extiende. La planificación a largo plazo no existe y a corto plazo se corrige 24 horas después, hasta un 50% de la meta. La inversión productiva no llega y por consiguiente el proceso de sub industrialización que se había alcanzado durante el gobierno precedente, comienza a ahuyentarse. Como contrapeso, irrumpe la creciente carga de los servicios de la deuda en las cuentas nacionales, el aumento de la especulación financiera y la pérdida de soberanía en las decisiones referentes a cuestiones sensibles.

Todas estas tensiones que en otros gobiernos conservadores estaban depositadas sobre el Ministro de Economía, que conducía la política económica doméstica y la política económica exterior, están hoy depositadas en Marcos Peña, el jefe de gabinete de ministros. Con su delegación, el presidente y su mano derecha están asumiendo la responsabilidad de ser los potenciales gestores de un shock macroeconómico de magnitud, o retrasarlo hasta que llegue el próximo presidente. Christine Legarde-FMI- advirtió en Davos-el martes 23-sobre el peligroso endeudamiento de “algunos países”, (percíbele como riesgo de default, su expresión técnica es “riesgo de insolvencia fiscal intertemporal”).

Tal como indican las tasas de interés que pagamos por los incesantes préstamos, las expresiones de la Directora Gerente del FMI vienen a sumar nuevas dudas.

El presidente Macri, dotado de pleno apoyo internacional, sustento corporativo-mediático, y guiado por su ambición, estaría a punto de comenzar a cometer sus mayores errores de cálculo. No discuto de lo fácil que era bajar la inflación, o de lograr la pobreza cero. El caviloso y oculto hecho que Duran Barba de un paso al costado, aumenta las conjeturas.

El ánimo de colaboración corporativa y política no se extenderá demasiado tiempo-ya se les dio casi todo lo que pidieron a cambio-. Aunque el éxito de Cambiemos en las grandes ciudades de ciertas provincias, forjó una consolidación transitoria; ello no se traducirá en una convergencia de culpas futuras, ya se están evaluando los costos de una eventual salida de aliados del PRO. La falta de convergencia comienza a ser notable, y podría comprometer más adelante algunos liderazgos y fuerzas provocando serios conflictos.

Tras la salida en puntas de pie de Duran Barba, quedaron expuestas algunas de las vulnerabilidades. Aunque con Duran Barba se sumaron logros electorales y la coyuntura reciente parecía ser favorable, después de las elecciones de octubre, Macri se debilita en las encuestas por diciembre de 2017 y un contingente fantasma de recesión que regresa, desatada por la tasa de interés y el incesante aumento de tarifas. El gobierno no resuelve ningún problema de fondo. Los inconvenientes de peso permanecen sin respuestas. En este marco de incertidumbre transcurre el tercer Davos, luego de la decepcionante performance de Prat Gay, se intentan más “prueba y error”, y esto podría apresurar, los tiempos políticos, económicos y sociales.