Simón Pristupin fue fundador de la Editorial Experiencia en enero de 1971 y creador de las publicaciones “Computadoras y Sistemas”, “Mundo Informático” y “Mundo Informático Educativo” que constituyeron una avanzada en su época, cuando todas las revistas del tema provenían del mundo desarrollado, La fecha en que se iniciaron estas publicaciones demuestran el espíritu pionero de Pristupin y el sentido nacional con que encaró mostrar lo que se hacía en el país en un área de punta en un momento en el que aquí se alcanzaban logros importantes en el ámbito teórico y de desarrollo de software y una incipiente y audaz industria de hardware.   

En enero de 2000 creó “La Gaceta de Económicas” en el ámbito de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, una forma de encarar el tema de la apertura del mundo académico a la sociedad, que fue en alguna manera logrado cuando se insertó “La Gaceta” en un diario de circulación masiva y de esa forma los docentes de la Facultad pudieron hacer llegar sus ideas más allá de las aulas,

Sin duda su logro más importante fue la creación del “Museo de la Deuda Externa”, que por sus características y temática es único en el mundo. Para su realización se contó con el asesoramiento de la Dirección General de Museos del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

La idea rectora de Pristupin, que fue su primer director, era generar un modelo de enlace del saber académico, la divulgación y la memoria mediante un museo cuyo objetivo central fuera la búsqueda y difusión de la verdad sobre el tema de deuda externa.

Es cierto que  generalmente se  asocia al museo con objetos  vinculados a  la ciencia (museos de ciencias naturales), al arte (museo de bellas artes), o  los hechos históricos (museos de historia). El museo diseñado y ejecutado por Pristupin no fue un museo de objetos, aunque los hubo, sino uno activo: algo muy parecido a una clase continua, donde se usaron todos los recursos científicos, pedagógicos y artísticos para que los concurrentes al museo se acerquen lo más posible a la verdad sobre la deuda.

Se lo pensó con un sector destinado al público, un centro de documentación, un centro de capacitación  y un centro de investigación.

Pristupin fue muy detallista en su visión del museo cuyo Salón de Exposición debía contar de un sector fijo que se refería al aspecto cronológico-histórico  en el que se evidenciaba que la deuda externa era una pesada carga para el país desde sus inicios con el empréstito de la Baring Brothers, pasando por su presencia en todas las crisis que soportó el país para hacerse aún más notoria durante la dictadura cívico-militar y explotar en 2001 (en ese entonces no se conocía la que iba a contraer Macri). Además debía existir un sector temático que se modificaría periódicamente y que debía ser itinerante y se entregaría a las instituciones de todo el país que lo solicitaran.

En el Museo los contenidos del Salón de exposiciones se generaron con  información del Centro de Documentación y del Centro de Investigación y el aporte de todos los conocedores del tema.

Pristupin estableció que el Museo contaría  con respaldo audiovisual (televisores, computadoras), pero que su carácter distintivo lo darían  los docentes del museo que acompañarían al público a través miniconferencias, reuniones de discusión y explicaciones individuales a requerimiento del público.

En el ámbito del Museo en el año 2006 generé una muestra dedicada al Fondo Monetario Internacional. En ese entonces los montos adeudados al mismo constituían una parte cuantitativamente no muy significativa del total de la deuda externa, sin embargo el Fondo se había convertido en el principal factor de presión para imponer las políticas monetarias, económicas y sociales que afectaron al país desde 1956 y constituyó un referente para los sectores dominantes de la Argentina.

El momento era propicio para la muestra ya que por un lado se cumplían 50 años desde el inicio de la relación del país con el Fondo  y, por otra parte, en los primeros días del año, se había cancelado totalmente la deuda con ese organismo. (Lejos estaba yo de pensar que un gobierno irresponsable nos entregaría otra vez a sus designios con el agravante de tener ahora una deuda muy significativa e imposible de saldar en los términos en los que se contrajo).

Es de destacar que los proyectos que generó Simón no tenían un objetivo económico, al contrario de los que desarrollan muchos de los “emprendedores” actuales que son valorados exclusivamente por la rentabilidad obtenida aunque no aporten absolutamente nada al bien común.

Además de su espíritu emprendedor en la realización de hitos importantes Simón Pristupin tenía un costado jovial y siempre con un sentido didáctico. Quiero terminar este homenaje recordando una anécdota que muestra este costado.

No puedo volver el tiempo para atrás, dijo Simón, pero por lo menos podemos hacerlo con lo que mide el tiempo: el reloj. Entonces a las 12 hs. en punto invirtió el movimiento de las agujas de un gran reloj eléctrico en una amplia sala de la empresa en la trabajábamos. Por supuesto la hora que marcaba el reloj desconcertaba a los muchos empleados que pasaban por el lugar y aún más el funcionamiento anómalo del mismo. El reloj marcaba una hora que no se correspondía para nada con la real, pero Simón puso debajo del mismo la siguiente fórmula:

Simón Pristupin

Que permitía deducir la hora real a partir de lo que marcaba el reloj con funcionamiento invertido.

Dos días después y con la intención de mantener vivo el interés volvió a invertir el normal giro de la agujas del reloj pero ahora a las 6 hs. en punto, con lo que la fórmula expuesta debajo del reloj fue un poco más compleja:

Simón Pristupin

Vaya este recuerdo para Simón Pristupin, con la esperanza que contribuya a la generación de otros proyectos tan osados y desinteresados como los que él creó y que apunten a investigar y difundir las causas de los males que nos deja periódicamente el neoliberalismo y esclarezca las soluciones para no recaer nunca más.