SE VA, SE VAN. Con sus objetivos parcialmente cumplidos.

SE VA, SE VAN. Los objetivos que les faltaban cumplir, las pretendidas reformas estructurales, naufragaron en las urnas, siendo el primer gobierno que intenta la reelección desde 1983 y no lo consigue.   

SE VA, SE VAN. Vinieron a refundar a Argentina, para terminar con un empate histórico…pero no lo consiguieron.

SE VA, SE VAN.  Sí pudieron desindustrializar el país, amputar derechos, bajar en un cuarto los sueldos y las jubilaciones.

SE VA, SE VAN. Incumpliendo casi todas sus promesas electorales, que eran meramente el subterfugio para cumplir las reales que sí cumplieron; las que implicaban un país agro-primario exportador atravesado por el de valorización financiera.

SE VA, SE VAN. Dejando cinco millones de nuevos pobres. De una prometida pobreza cero, a una que en diciembre llegará al 42% (y que entre los jóvenes se elevará al 60%). Esa pobreza cero que habría de ser el parámetro por el cual el presidente había pedido que se juzgara su gestión. Sin palabras.

SE VA, SE VAN. Más que duplicando la inflación, que era una de las cosas más fáciles de abordar en su lenguaje electoral.

SE VA, SE VAN. Arrodillados por el dólar, que durante el macrismo no iba a ser ningún problema.

SE VA, SE VAN. Dejando miles y miles de empresas cerradas, la desocupación duplicada, la justicia amañada, y el odio exacerbado como política polarizadora en extremo a contramano de la promesa de “unión de los argentinos”.

SE VA, SE VAN. Duplicando la indigencia, saturando los comedores de argentinos corridos por el hambre provocado por políticas impiadosas.

SE VA, SE VAN. Dejando miles de personas viviendo y durmiendo en la calle, en el distrito más rico del país.  

SE VA, SE VAN. Dejando a la ciencia inerme, a los científicos acorralados, a las universidades desfinanciadas, a los chicos sin computadoras, a los jubilados sin remedios, a muchos discapacitados sin sus pensiones.

SE VA, SE VAN. Dejando un endeudamiento que es una soga en el cuello del futuro.

SE VA, SE VAN. Con sus CEOS que conformaron el peor equipo de los últimos cincuenta años; con una insensibilidad tan grande como sus patrimonios.

SE VA, SE VAN. Con su corrupción disfrazada de conflictos de intereses. 

SE VA, SE VAN. Con su Aconcagua de mentiras. “Crecimiento invisible”, “la revolución de la alegría”, “los brotes verdes”, “decir la verdad”, “transparencia”, “lo peor ya pasó”, “el segundo semestre”, “pasaron cosas”, “las tormentas”, “las lluvias de inversiones…..”

SE VA, SE VAN: Cada vez que hicieron alusión “a que decían la verdad” es porque estaban cerrando un capítulo de mentiras, y cuando hablaban de transparencia era para ocultar el negociado de los peajes, de los parques eólicos, del correo, de los Panamá Papers, y sigue la lista

SE VA, SE VAN. Con el desmantelamiento o la anorexia del CONICET, el INTI, el INTA, la CNEA, el INVAP. Los que hablan de futuro dispararon a mansalva contra él.

SE VA, SE VAN. La soberbia necia de Marcos Peña y su “háganse cargo”, el cinismo  implícito en todos expresado en “ustedes se creyeron que podían… vivir mejor” de Javier González Fraga; los aumentos de los servicios entre 2000 y 3000% equivalentes “a dos pizzas” de Prat Gay y su inolvidable “grasa militante”, “el que quiere andar armado que ande armado” de Patricia Bullrich; “nadie que nace pobre llega al universidad” del hada buena María Eugenia Vidal;  que “Ana Frank murió porque  hubo una dirigencia que no fue capaz de unir” o “Debemos crear argentinos capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarlas de Esteban Bullrich; “la energía no es un derecho humano” de Juan José Aranguren; “Estoy en contra del pensamiento crítico” o “Macri es como Batman” del Licenciado en Filosofía de las buenas ondas Alejandro Rozichner, apenas ejemplos de una lista interminable, infinita.     

SE VA, SE VAN. Con una población endeudada, con tarifas de servicios que resultaron impagables para miles y miles de argentinos. Con tasas de interés bancarias entre 80 y 100%

SE VA, SE VAN. Dejando las faltas de vacunas, el retorno de enfermedades que estaban superadas y que volvieron como el sarampión, la varicela y la tuberculosis.

SE VA, SE VAN. Con la notable protección de los medios principales, cómplices de un ocultamiento de la tierra arrasada que es su herencia. Con medios opositores cercados económicamente, perseguidos judicialmente, con miles de periodistas desocupados.

SE VA, SE VAN. Con su doctrina Irurzún que permitió mantener presos a los políticos opositores durante el procesamiento y que ahora se vuelve afortunadamente atrás para que los funcionarios macristas no padezcan la misma medicina.

SE VA, SE VAN. Con una doctrina de seguridad que hace la apología de la doctrina Chocobar, donde disparar por la espalda es una ideología de estado.

SE VA, SE VAN. Los que convirtieron al país en un garito, con millones de víctimas y como siempre ganando la banca.

SE VA, SE VAN. Los que levantan un modelo colonial del país. Como dice el escritor Marcelo Figueras: “La vida no tiene que ser una mierda. Eso es lo que votamos el 27 de octubre”

SE VA, SE VAN.  Incluyendo la responsabilidad sobre lo sucedido con Santiago Maldonado, con Rafael Nahuel, con las 44 víctimas del submarino ARA San Juan, con la muerte de los docentes Sandra y Rubén.    

SE QUEDA. El poder económico que aún afectado en su inmensa mayoría, se alinea ideológicamente con las políticas neoliberales, y de lo que Macri es sólo un capítulo. En síntesis: se van Macri y sus CEOS, no lo que Macri representa.

SE QUEDA. Un antiperonismo exacerbado y movilizado que respaldó a Macri con un 40% de los votos y lo despidió en una Plaza de Mayo casi llena llevándolo en andas con pancartas como “Mauri, gracias por tanto”; “Mauricio nos devolviste la dignidad”: “Mauricio van a rogar por tu vuelta” 

SE QUEDA. Un escenario que es el equivalente a un campo después del paso de una manga de langosta.

La Argentina tiene este panorama: la esperanza en los que vuelven y la alegría por los que se van que asciende a un 60 %. Y por otro lado la tristeza de los que apoyan a los que se van y el temor de los mismos a los que vienen que alcanza a un 40%.

Los dos modelos vivitos y coleando. El autor de estas líneas está desde siempre en el apoyo al modelo nacional y popular. He vivido cuatro años oscuros. Hoy siento que amanece, que no es poco. El amanecer es un espacio para soñar. Está todo el día por delante. Por una Argentina como alguna vez fue Argentina obra de la revolución que el peronismo hizo en términos capitalistas con el estado de bienestar. Una revolución en términos burgueses.

Se sabe: la oscuridad más profunda es la que precede al amanecer. Y amanece. Eso no asegura un día brillante.  Pero amanece y eso no es poco. Y en ese amanecer, está la promesa de la existencia de un futuro que los derrotados electoralmente habían clausurado             

Brindemos,  porque hay futuro, más allá de los contratiempos e incertidumbres, de los tiempos difíciles que nos esperan.

*Publicado en La Tecla Ñ