Para la derecha argentina y podríamos ampliarlo al ámbito latinoamericano, nada es peor que el populismo. Macri llegó a decir que el populismo es más nocivo que la peor pandemia que sufre la humanidad desde hace por lo menos cien años. Al mismo tiempo la derecha abraza con fervor al neoliberalismo, no le hacen mella sus reiterados fracasos en el país e incluso en su ejemplo emblemático que es Chile.

Propongo analizar ambos conceptos desde una mirada no convencional. Me refiero a Nancy Fraser una muy prestigiosa intelectual norteamericana que lo hace desde el feminismo, un feminismo no complaciente consigo mismo.  

Con respecto al capitalismo neoliberal Nancy Fraser lo define muy acertadamente como una forma profundamente depredadora e inestable de organización social en la que la acumulación de capital está libre de restricciones ya sean políticas (la campaña antipolítica de la derecha es claro ejemplo), ecológicas (la deforestación, el uso indiscriminado de pesticidas, la anomia frente al calentamiento global demuestran este carácter), morales (la codicia es valorada sin tapujos, la exhibición obscena de riqueza es mostrada admirativamente en los medios), sociales (la escandalosa desigualdad se hace cada vez más palpable y en ese sentido la distribución de las vacunas contra el Covid es la frutilla del postre).  

Si bien la autora se refiere a Estados Unidos sus aseveraciones pueden ser trasladadas a nuestro país, a veces por similitudes y otras por oposición.

Veamos si esta caracterización de lo que pasa en Estados Unidos no pinta con justeza lo que ocurría durante el gobierno macrista: proliferación de empleos precarios en el sector de servicios, incremento de la deuda de los consumidores para la compra de baratijas producidas en otros lugares, violencia policial sistémica, estrés en aumento que afecta la vida familiar y comunitaria debido a la prolongación de la jornada laboral y la disminución de las ayudas sociales.

Fraser distingue dos aspectos diferentes del bien y la justicia: uno centrado en la distribución y otro en el reconocimiento, si bien ambos están de alguna forma entrelazados. El primero se refiere a cómo se asignan los bienes entre los componentes de la sociedad y el otro a cómo se atribuye el respeto a los distintos grupos que componen el entramado social.

Con estos conceptos identifica distintos escenarios. Por un lado el neoliberalismo progresista. Admite que en principio serían contradictorios pero, por lo menos en los Estados Unidos constituyeron una alianza. los movimientos que lucharon por los derechos de las mujeres y  las comunidades LGBTQ+, contra el racismo y a favor del ambientalismo con los grupos que aprobaron el accionar de los centros financieros, de Wall Street, Silicon Valley y Hollywood. Para Fraser los primeros le dieron la ayuda necesaria para que una economía profundamente regresiva se adornara con las galas del progresismo. En la Argentina ese escenario no llegó a plasmarse.

Otra alternativa posible, en función de los dos ejes (reconocimiento y distribución) es el de populismo retrógrado (cabe señalar que para Fraser el término populismo no tiene ningún matiz negativo, sino por el contrario entiende que es una corriente que en lo económico tiende a reemplazar el modelo neoliberal por otro más justo y humano). El populismo retrógrado  es lo que prometió Trump. Si bien es cierto que en cuanto a lo retrógrado referido a las políticas de reconocimiento cumplió ampliamente (supremasismo blanco, antifeminismo, antiinmigratorio, violencia policial discriminatoria, etc.) en lo económico mantuvo y en general acentuó el sesgo neoliberal, reduciendo los impuesto a los muy ricos, dando más privilegios a los bancos, manteniendo el poder de Wall Street y de los grandes monopolios y manteniendo la desregulación financiera. En la realidad el modelo fue neoliberal retrógrado. En el país lo más parecido a este modelo fue el instaurado por el gobierno de Cambiemos. Totalmente neoliberal en lo económico y con muchos aspectos retrógrados en el eje del reconocimiento. La autora señala que en este modelo la igualdad es reducida a la  meritocracia en la que solo pueden aspirar a los puestos de relevancia en cualquier actividad aquellos que ya poseen el capital social, cultural y económico requerido. Esta conjunción de modelos explica el enorme apoyo financiero que la administración Trump proporcionó a Macri a través del Fondo Monetario Internacional.

Nancy Fraser propugna una confluencia entre ambos ejes: el de reconocimiento y el de distribución. Si no se atiende simultáneamente a ambos aspectos no habrá solución posible. Con esta premisa toma una posición confrontativa dentro del campo feminista en la que se halla inserta. Fustiga al feminismo que solo atiende a la lucha de las mujeres, de  los colectivos LGBTQ+ y de las minorías raciales sin atender al tema de las clases sociales y reclama un feminismo para el 99 %, es decir luchar por el reconocimiento pero simultáneamente contra el sistema que hace que el 1% se apropie de la mayor parte de la riqueza.

En cuanto a las estrategias para encarar estas luchas distingue dos tipos: lo que llama estrategias afirmativas que son las que se enfocan en mejorar los efectos de las injusticias y las estrategias transformadoras que discuten el marco generador de esas injusticias.

Desde el punto de vista de la distribución económica la estrategia afirmativa sería la que busca reducir las diferencias más ostensibles de los niveles de ingresos y de posesión de riqueza, mientras una estrategia transformadora es la que pretende cambiar la estructura económica y social que genera las desigualdades. Desde el punto de vista de las injusticias de reconocimiento, el contraste entre afirmación y transformación es menos intuitivo: una estrategia afirmativa es aquella en que reconoce y exige respecto a la pluralidad de identidades en un marco igualitario, mientras que una estrategia transformadora procura trastrocar las oposiciones simbólicas que estructuran las identidades establecidas como tales.

La producción intelectual de Nancy Fraser es una contundente respuesta al apego de la derecha argentina al neoliberalismo y el odio al populismo.

También puede leerse como  una  interpelación a la sociedad argentina. Los movimientos sociales encabezados por las feministas consiguieron el reconocimiento de colectivos hasta hace poco ignorados o despreciados y la ampliación de derechos. Visualizaron el patriarcado que no era percibido por gran parte de las personas porque estaba tan naturalizado que se consideraba normal que las mujeres fueran las únicas que se dedicaban a las tareas domésticas y al cuidado de niños y ancianos, que fueran consideradas como objetos sexuales y pasibles del tratamiento más grosero en  películas y programas de televisión cómicos, que ocuparan puestos secundarios en la mayoría de los trabajos, etc. Pero hoy está naturalizada la desigualdad extrema en términos de ingresos, acceso a los recursos más elementales como salud, alimentación y vivienda.

Nancy Fraser afirma que si no se encara la lucha por una mejor distribución de la riqueza con la misma decisión y energía con que se conquistaron los avances en relación con el reconocimiento no se logrará que esos derechos alcancen a toda la sociedad y solo serán usufructuados por las clases acomodadas.