Desde el arrollador triunfo de Juan Schiaretti en Córdoba y aún antes, desde que el gobernador cordobés, el salteño Juan Manuel Urtubey, Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto anunciaran la conformación de Alternativa Federal, el Gobierno tenía en mente sumar a ese espacio o parte de él al proyecto de reelección presidencial.

Los objetivos eran básicamente dos: por un lado, sumar la “pata peronista” a Cambiemos (ahora Juntos por el Cambio) y así lograr la adhesión electoral de cierto sector de la población; y, por otro, neutralizar a Alternativa Federal como “tercera vía”.

Las encuestas que manejaba el oficialismo presentaban un panorama más o menos claro: tanto los ‘alternativos’ como la eventual candidatura de Roberto Lavagna, aunque en este caso en menor medida, restaban al macrismo más que a la fórmula Fernández-Fernández.

Con el exministro de Economía empeñado en su propia candidatura presidencial, Rogelio Frigerio fue el mandatado para tantear a los dos gobernadores del cuarteto ‘federal’ como compañeros de Mauricio Macri. Pero los enviados del ministro del Interior no obtuvieron señales positivas.

Fuentes del Ministerio del Interior lo confirman: “La idea original era Schiaretti o, en su defecto, Urtubey; Pichetto era la tercera opción, y es lo que se dio”. Opción por descarte en tanto y en cuanto Massa se acercaba al kirchnerismo y finalmente competirá en las PASO con Alberto, y porque el senador, en realidad, no suma votos.

Pero, al menos en un sentido, la cooptación del “traidor” Pichetto –como lo llaman ahora sus excompañeros en el Senado– dio sus frutos: Alternativa Federal se esfumó y el gobernador salteño anunció que completará la fórmula de Lavagna presidente. Según la visión del macrismo, el mal menor.

Finalmente, Pichetto es un operador político genéticamente oficialista: responde casi con ceguera a quien esté al frente del Ejecutivo Nacional, sin importar demasiado su signo político. Y en esta ocasión su destino inmediato y concreto es operar entre las fuerzas opositoras o moderadamente opositoras y reclutar para el macrismo.

Por estas horas, su coto quedó reducido al Congreso, donde se siente a sus anchas. Entre desencantados y olvidados en las listas que están armándose, como es el caso de la senadora neuquina Carmen Crexell (quien no tendría lugar en la sábana corta del MPN), Pichetto debe sumar, aunque se trate de legisladores y dirigentes de dudosa relevancia electoral.