Se acercan las elecciones para las Paso, que definirán los candidatos a presidente por las distintas fuerzas políticas de la Argentina, falta nada, entre seis y ocho meses. Esa elección comenzará a despedir a la “pareja presidencial” Néstor/Cristina de la cúpula del poder político tras 12 años. En un año y dos meses tendremos ya elegido y asumido un nuevo presidente que no llevará el apellido Kirchner. Salvo que se presente Máximo o Alicia, y sean elegidos, lo que parece poco probable.


Entre los candidatos posibles no hay muchos por más que diariamente se complejice el escenario más de lo que en la realidad es. Macri, seguro, representando al Pro; Massa representando al Frente Renovador; y el candidato ganador de la interna del Frente para la Víctoria, que todo señalaría que sería, salvo que suceda una hecatombe, Daniel Scioli. La hecatombe sería que Cristina juegue decididamente por un candidato que no sea Scioli, muchos aspiran a que sea Randazzo, porque dicen representa más cabalmente el ideario kirchnerista. A título personal considero improbable que CFK se la juegue por un candidato, ya que puede esperar a que todos disputen el espacio del FPV, y levantar la mano del que gane, cualquiera sea, con las reservas que cada quien se merezca.


Un escenario Macri, Massa, Scioli. Más los restos del naufragio de UNEN y todo lo que Altamira pueda acumular por izquierda del sistema político argentino.


Mauricio Macri es lo que logró armar, con sus valores y sus limitaciones. Un nuevo partido, todavía no nacional, con dirigentes nuevos, pero conocidos, del mundo de la no política. Neopopulismo liberal con gestión, vida sana, ecología y logros deportivos. Gente bien y feliz que trabaja relajada por un país mejor. Alto conocimiento e imagen negativa. Primera experiencia nacional de un partido político que no es ni radical, peronista ni, obviamente, ja, socialista, que tiene intenciones y alguna posibilidad de ganar.


En las últimas horas surgió el rumor de que Massa estaría cerrando un acuerdo electoral nacional con el radicalismo. De concretarse es interesante porque es un candidato con peso y presencia, bien posicionado, con el engranaje de uno de los dos partidos nacionales, más algún gobernador, y mano obra desocupada del peronismo, que puede tener un desempeño atendible a nivel país. Carlos Pagni en una entrevista a la revista Crisis de enero de este año apuntó una serie de cuestiones a atender ya que es un editorialista relacionado con el establishment, decía: “Creo que hay miedo a Massa. Lo ven como una especie de Néstor joven, que se comió de un bocado a Cristina y a Scioli, y ahora dice ‘¿qué hay para comer hoy?’ Los gobernadores peronistas y los empresarios no quieren eso. Quieren un Scioli. ¡Pero perdió! Por eso lo quiero a Scioli. Un Duhalde, un poco de paz, que el ajuste que viene sea conversado. El establishment, en el verdadero sentido de la palabra, tiene problemas con Massa”.


Veamos entonces, a DOS. Scioli, representando al conjunto del FPV, más el apoyo –aunque timorato- de Cristina, más su propio armado, su imagen positiva natural, su buena relación con los medios, su continuidad “de las cosas buenas” pero sin “la confrontación kirchnerista”, más el visto bueno del establishment, como ve y expresa Pagni, ¡y la venia del Papa!, de Francisco, que, dicen, elige compartir jefatura de Estado con Daniel Scioli, es un combo difícil de batir. Incluso el kirchnerismo menos ideológico, más peronista, pragmático, ve bien ir con Scioli condicionando la listas, con Cristina fuera del sillón pero con voz y presencia rectora para sostener lo construido en “la década ganada” desde un bloque monolítico y propio en las dos cámaras, primera minoría, intensa.


Nada está dicho y falta mucho, pero falta poco. Lo cierto es que en 30 años de democracia ningún gobernante entrega la presidencia sin el país incendiado y cualquier hombre o mujer que asuma tendrá una Argentina por delante gobernable y con líneas claras de gobierno. Eso es bueno para el país, más allá de lo cada uno de nosotros opte íntimamente, en el cuarto oscuro.