"Soy prostituta", dijo en la mesa de Mirtha Legrand frente a Mercedes Ninci, la periodista que lloró por su profesión y dijo que la muerte de Natacha Jaitt no la iba a lamentar nadie. 

Natacha Jaitt se mostraba fuerte, contradictoria, avasalladora, se subió sobre el pedestal de la Justicia cuando irrumpió y dijo tener una investigación sobre una red de pedofilia en la causa sobre abusos sexuales en las inferiores del club Independiente. 

Ahora muerta, Jaitt, va a ser recordada como aquella mujer que exigió leyes que regulen la prostitución para ser cuidadas las trabajadoras sexuales. Es la que denunció la red de pedofilia y redes de trata de personas y es la que hacía menos de un mes denunció que había sido violada por dos hombres. También tenía una denuncia por violencia de género contra una expareja que la golpeó en la puerta de su casa. 

Incluso después de muerta, fue expuesta de la manera más vil y desprotegida por parte de un periodista, Luis Ventura, quien sabiendo que eso estaba mal y amparandose en el mensaje de que hay que buscar justicia, la mostró muerta sobre una cama. Desnuda y sin vida. El policía que viralizó las imágenes fue apartado de las fuerzas de seguridad ¿pero qué va a pasar con quienes divulgaron, buscaron y se rieron ante una imagen de una persona que de por sí ya estaba vulnerada?.

Sin haber pasado 24 horas, una testigo de la brutal paliza que sufrió Natacha salió a hablar, se animó luego de la terrible noticia. Habló bien, le agradeció haberla cuidado cuando no quiso que se sepa que ella era una testigo. Y Natacha la cuidó a raja tabla, aún cuando la víctima principal era ella. 

Se presentaba en las redes sociales como productora y conductora de radio y TV, su timeline de Twitter era una constante de mensajes sobre su día a día, con chistes, con comentarios sobre su causa y con sus exigencias al colectivo de Actrices Argentinas para que la acompañaran a Tribunales en su causa por violación. 

Para la televisión se lo buscó, en las redes y quienes la seguían, la mataron. Para su hermano, Ulises Jaitt y la hija mayor de Natacha, fue asesinada. Natacha es la mala víctima por su pasado con las drogas, con la prostitución, por sus bravuconadas al aire. "Perdón señora", decía cada vez que abría la boca en la mesa de Mirtha Legrand cuando denunció que Gustavo Vera, Alejandro Fantino y otros personajes de la farándula estaban involucrados en una red de pedofilia. 

También volvió a estar en boca de todos cuando se dio a conocer que Diego Latorre, esposo de Yanina Latorre, había engañado a su esposa con ella y publicó chats y vídeos de su casa donde se lo ve a él junto a ella. 

Jaitt es ese personaje perfecto para la descripción del manual de la sociedad machista: prostituta, mala madre, denunciadora compulsiva, tenía sus ángeles y sus demonios. 

En las redes y en la sociedad en general se preguntan si murió por excederse con las drogas o si fue asesinada por lo que sabía. 

Según los expertos en informes médicos, a Jaitt le apareció una isquemia además de una infección en las trompas de falopio, que le habrá provocado fuertes dolores. 

Jaitt tenía un profundo dolor del que no se podía despegar, ninguneada y maltratada, fue una mujer que nunca bajó sus banderas por las que creía. Iba y venía sobre si creer o no al movimiento feminista, al que le pidió ayuda muchas veces y no supo ser escuchada en el momento.

El debate de ahora en más es si ser sororas con quienes no creen en el movimiento pero que exigen ser acompañadas ante un abuso, sexual o psicológico. Jaitt se enfrentó sola en Tribunales a uno de sus abusadores. Se la vio quebrantada y enojada: "hijo de puta. No te tapes la cara", le gritó a Maximiliano Justo. 

Jaitt no se cansó nunca de gritar y de exigir Justicia, porque de algún modo ella creía que en algún momento iba a llegar. Como buena o como mala víctima, como buena o mala prostituta, como buena o mala madre, se merece que en algún momento esa Justicia le llegue. A ella y a todas.