Hay algo de justicia poética en que Julio Humberto Grondona se haya sacado el anillo de Todo Pasa poco antes de morir, algo queda, cuando murió precisamente su pareja de toda la vida. No todas las cosas pasan, eso no, el amor, alguien ligado como nadie al poder y al dinero, vaya paradoja, no todo pasa, o pasa la muerte, la suya, que abre un escenario inédito en el fútbol local y latinoamericano.

Grondona renunció involuntariamente a la jefatura de la AFA, lo que desde tantos sectores se le reclamaba desde hace mucho tiempo, algunos por la extensión de su presidencia, otros por el mal estado del fútbol nacional, otros porque sí, otros porque le pagaban, otros porque no, el resto por ser poco transparente para el manejo del dinero y la administración del poder. Todos ellos estarán de parabienes, porque su tan postergado anhelo se cumplió: Grondona no está más al frente del Fútbol. Veremos si es para mejor, o para peor.

Entre lo positivo deja un predio de lujo para la AFA, muy buenas elecciones en entrenadores de la Selección, el Fútbol para Todos, títulos, excelentes actuaciones, cupos, zonas, llaves, rivales, un fútbol descentralizado y federal, y agilidad para perseguir posibles desertores del quehacer nacional. En lo negativo deja clubes endeudados y débiles, violencia, muertos en las canchas, incapacidad o complicidad con barras, manejos espurios con los árbitros, y los visitantes en los sillones de la patria.

Murió un constructor y acaparador de poder único, con llegada a lo más alto fútbol, o como él decía: Vicepresidente del Mundo. Los dirigentes que lo continúan o lo pueden llegar a reemplazar tienen los mismos defectos que Don Julio pero carecen de sus virtudes. El tiempo dirá si Grondona fue un mal o un buen dirigente, el mundo real dirá la única verdad, como dijo Perón: "No es que nosotros seamos tan buenos, sino que los demás son peores”.