Nunca en la historia de la Argentina hubo un candidato tan a la izquierda del sistema de partidos políticos en condiciones de llegar a la presidencia. Ni siquiera en el 2001, crisis de representatividad mediante, un candidato tan fuera del establishment soñó con acceder a la primera magistratura. Lo separan 3 o 4 puntos del balotaje. Nada más. Nunca un candidato prometió tantas cosas tan revolucionarias. Inimaginables tiempo atrás. Señoras y señores, Mauricio Macri está ahí nomás de ser presidente y llevar como bandera a la victoria el sueño socialista. Argentina está finalmente a la vuelta de la esquina de la revolución.

Todo comenzó el día de la segunda vuelta electoral para jefe de Gobierno en la que Horacio Rodríguez Larreta batió a Martín Lousteau. Esa misma noche, Mauricio se hizo kirchnerista de lo bueno y opositor acérrimo de lo malo. Tras haber votado en contra por 12 años, su fuerza, el PRO, casi todas las leyes impulsadas por el oficialismo, ese jornada, epifánicamente, memorable velada, el Mago Sin Dientes ahí nomás, Macri enumeró todas las principales medidas del kirchnerismo como políticas de Estado a continuar en su eventual presidencia. Aerolíneas Argentinas, YPF y Fútbol para Todos (y todas). Pero no era todo, fue por más.

Con la premisa de cambiar lo malo y apoyar lo bueno, Macri es la esperanza de ir por todo lo que no se consiguió en estos años de gobierno kirchnerista. En la parte económica tiene un plan progresista en vista que, a contramano de lo que uno imaginaba de acuerdo a sus asesores económicos neoliberales, plantea: fulminar la inflación, que perjudica a los que menos tienen, se sabe; atraer inversiones; eliminar el cepo en 24 horas; mantener un tipo de cambio competitivo; eliminar retenciones; bajar los impuestos; y sostener el empleo, mientras se elimina la pobreza. Esto último interesante ya que no habla de Hambre Cero, como el reformista de Lula, es tibio, si no de la lisa y llana eliminación de la pobreza. Hablamos del fin de las clases sociales, de un país de clase media, como una Cuba pero con ingresos europeos para que se entienda.

Poco importa qué hizo antes Macri, qué dijo o cómo votó su bloque de diputados y sus dos o tres senadores. No importa porque tuvo una revelación. Los necios son los que no aprenden, los tercos son los que no rectifican sus errores, Cambiemos primero se cambió a sí mismo para poder así cambiar el país sosteniendo casi todo lo que estaba, pero yendo por más.

Así prometió, y nada indicaría que no lo vaya a cumplir, en 4 años, que todos los argentinos, desde Avellaneda hasta El Impenetrable chaqueño, tengan agua y cloacas. Una verdadera maravilla ingenieril que el ingeniero tiene bien pergeñada. Siendo que esté país antes fue un cúmulo de pueblos nómades y que nunca hubo extensión total de agua y cloacas. No pudo el peronismo ni cien años de democracia. No gobiernos civiles ni militares. Pero Macri sí podrá ponernos en el siglo XXI, en la modernidad. En 4 años hará lo que no se hizo desde que Dios separó el cielo de la tierra. No importa si el bloque del Pro se abstuvo -Macri en ese entonces era diputado y no fue- de votar la estatización de Aguas Argentinas. Ese dato es menor y malintencionado.

Mientras que el oficialismo lograra por ley dos veces por año el aumento a los ingresos de los jubilados, y el tibio de Massa perjure que está en el Ansés la guita para el 82 por ciento móvil de la clase pasiva, el ingenio de Cambiemos va por más con el revolucionario concepto de “Asignacion Universal a la Vejez”. Que no es una jubilación sino algo mucho mejor. El otro día leía que el bloque del Pro, con Macri adentro en 2006 como legislador, fue el único en oponerse a la estatización de los Fondos de AFJP. Otra vez suena a carpetazo a horas de la elección presidencial, claramente retardatario de la AUV.

No queda tiempo para desarrollar la vuelta del Indec bueno, la Corrupción Zero, la aniquilación de “las cocinas de paco” (no de Cocaína, ya se fabrica directamente pasta base). No queda lugar para hablar del plan de Asignación Universal a Hijos de Monotributistas, o el shock que puede provocar el millón (1.000.000) de créditos hipotecarios, una de las demandas más extendida de la ciudadanía, el acceso a la vivienda, ese problema sin solución (solo debería bastar con ver el muy buen laburo que se hizo en concepto de urbanización de las villas de emergencia del territorio porteño y la cantidad incontable de soluciones habitaciones que desarrolló en sus 8 años como intendente del distrito más rico de nuestro país).

“Aerolíneas Argentinas seguirá siendo estatal pero bien administrada.” “Las jubilaciones seguirán en manos de la Ansés pero no serán una herramienta partidaria.” “YPF seguirá siendo estatal.” “Todos merecen una jubilación digna.” Algunas de las frases del ya Subcomandante Mauricio Macri en los últimos meses, que discursivamente se ubica a la izquierda de líderes latinoamericanos como Correa, Morales, Maduro o el propio Raúl Castro.

El miércoles en A dos Voces, allí en TN, Macri pidió el voto a los adherentes a Del Caño: con todas las letras dijo que sólo los distanciaban los estilos, que las políticas eran muy similares. El Frente de Izquierda y Cambiemos quieren lo mismo. No deja de sorprender, pero es una realidad. Son como modelos en un desfile: comparten plataformas. Que la crisis la paguen los capitalistas. El papá, Franco, ponele, con quien tan mal se lleva, seguramente por este tipo de discusiones de sobremesa, entre el viejo conserva y el pibe redomado de ideología y rebeldía política.

De esta manera estamos a un paso del sueño de millones, o miles, de intelectuales y militantes de izquierda, quienes ya creían imposible ver con sus propios ojos la utopía realizada de la patria socialista. Maurcio Macri, El Hombre, está a punto de entrar al balotaje y quién te dice de torcer la voluntad del Partido Justicialista, retardatario de toda revolución, se sabe, para acceder al poder, gobernar para los trabajadores y terminar con la pobreza. Ojalá así sea.