Hacia fines del siglo XIX surgió la popular teoría esbozada por Darwin respecto a que solo sobrevivían las especies más aptas. La misma fue artífice de una verdadera revolución en el campo del conocimiento. Muy pronto esta teoría fue trasladada al plano de las naciones y se comenzó a hablar de un “darwinismo social”, que sería funcional al establecimiento del naciente imperialismo por el cual determinados países centrales (Inglaterra, Francia, Alemania, etc) estarían en condiciones de ocupar y extraer riquezas de los países más débiles. Claro está que quién era el más fuerte y quien no lo decidían los países desarrollados que de este modo encontraban legitimada su dominación y posterior saqueo de los países ocupados.

En nuestro país, la formación del Estado y de, al decir de Althusser, uno de sus aparatos ideológicos, el sistema educativo, se encontró impregnado de este fuerte clima epocal, sustentado por la ideología positivista, que entre sus características centrales buscaba clasificar a todos aquellos que se escapaban de la norma. El nombre de normal es muy potente en la historia de la educación argentina. Las escuelas formadoras de docentes llevaban ese nombre, y la primera data de 1870 en la ciudad de Paraná. Las docentes que convoca Sarmiento serán conocidas como “Las 65 valientes”, ya que, desde la perspectiva de las elites, deben exponerse a venir trabajar a estas pampas atrasadas del sur, por lo tanto su aceptación conlleva una enorme dosis de coraje.

El sistema educativo en sus momentos iniciales procuraba docilizar los cuerpos para “producir” individuos normales, correctos, sanos, respetuosos de la higiene y las costumbres. La escuela era una instancia crucial en la producción de un cuerpo propio acorde con los valores de la época. Se trata de homogeneizar poblaciones. Una asignatura que se incorporará como obligatoria, la educación física será un aliado de fuste para modelar cuerpos y homogeneizar conductas. Desde la concepción de los ideólogos de la Generación del ´80 la fortaleza espiritual y de carácter se encontraría al alcance de la mano con un mayor desarrollo físico de la población. La salud física era la precondición para potenciar la voluntad de cultivar la moral y las buenas costumbres. Las mismas harían que el cumplimiento de las responsabilidades y deberes, la fidelidad a la patria y el apego al trabajo sean cuestiones cotidianas que tenían que fomentarse desde el ámbito escolar. Como mencionamos antes, desde el punto de vista de las elites gobernantes, esto era particularmente necesario en momentos en que numerosos contingentes de inmigrantes llegaban a nuestro país alterando drásticamente y de modo definitivo la estructura demográfica, y, lo más importante, trayendo consigo ideologías portadoras de una fuerte crítica social.

Sin dudas, estamos en presencia de un régimen oligárquico que alcanzará su cénit en los festejos del Centenario de la Revolución de Mayo en 1910, donde las oportunidades para la mayoría de la población son inexistentes.

En la actualidad asistimos a algunas señales y medidas preocupantes que está tomando el gobierno nacional en materia educativa y que van en sintonía con un régimen elitista y excluyente, tal como hubo en otros momentos de nuestra historia, donde la responsabilidad de los sucesos está puesta en los individuos, ya que el Estado deja de plantearlas como un derecho. Es así que se desguaza el Plan Fines que permitió que cientos de miles de jóvenes en su mayoría de sectores populares terminen el secundario. El Plan Mejoras poco a poco va siendo eliminado,  vale la pena mencionar (ya que este Plan solo es conocido entre los docentes) que dicho plan consiste en actuar como una potente herramienta de planificación de las políticas educativas en pos de la mejora continua de la calidad de la Educación. Los mismos son elaborados por cada una de las instituciones, a partir de procesos de autoevaluación, con el propósito de asegurar que las trayectorias formativas cuenten con las condiciones necesarias referidas a instalaciones y equipamiento para el desarrollo de los procesos de enseñanza y de aprendizaje. La feria de ciencias Tecnópolis va a cambiar de objetivos según venimos siendo informados en cuentagotas. Ya no se reparten ni arreglan computadoras. Se vuelven a implementar los aplazos en la escuela primaria y esto es legitimado por los funcionarios con la frase de “el esfuerzo es un valor”. Como si estos años los estudiantes no se hubieran esforzado en nada. Creemos que estas medidas dan pie al punitivismo educativo que goza de amplio consenso en nuestra sociedad (en la encuesta de Infobae sobre 80 mil personas, el 95% votó a favor de la vuelta de los aplazos).

Se trata de implementar una sociedad en la que cada uno es responsable de sus actos y no se consideran las situaciones previas. Lo social parece no tener lugar y todo es reducido a esfuerzo o no esfuerzo o a cerebro indicado o no, de ahí la infinita cantidad de actividades vinculadas a la neurociencia que auspicia el Ministerio de Educación sea de Nación o de la Ciudad. Se busca perentoriamente clasificar a los inadaptados y a los bárbaros del siglo XXI, que gozaron de numerosas ventajas durante el gobierno kirchnerista, el mismo que se busca desterrar por todos los medios. Atacar las numerosas medidas de inclusión (de ahí el ahogo presupuestario que sufren todas las universidades en especial las del Gran Buenos Aires) parece ser un camino para ello. Aquellos educadores que creemos que no hay educación de calidad sin todas las personas dentro del sistema, no toleraremos de manera pasiva este arrebato de derechos que redundaron en una sustancial mejora en las condiciones de vida de los sectores populares. Esa palabra “derecho” que el macrismo busca eliminar y cambiar por la palabra privilegio.