Macri y Sarmiento
En medio de una confluencia de problemas sanitarios y económicos superlativos; de un clima político tormentoso con batallones confrontando a ambos lados de la fractura; con las elecciones en el horizonte en medio de una montaña gigantesca de muertos; con noticias falsas difundidas por los medios dominantes y sus múltiples sucursales; con el seleccionado de periodistas reclutados con cifras millonarias por el canal La Nación + (grupo de tareas que se disfraza de periodistas independientes y practican sin el menor matiz el periodismo más militante, mezcla de tilinguería y banalidad, que se suma y tal vez iguala o supera a la programación completa de TN y canal 13); con algunos programas de América que enarbolan la mala praxis y la chabacanería como estandartes de periodismo valiente; con los halcones del PRO desorbitados e irracionales; con los cruces cada vez más confrontativos entre integrantes del Frente de Todos que minan la figura del presidente Alberto Fernández; con un ex presidente que en su intento de recuperar centralidad se convierte en un halcón, Mauricio Macri sorprendió anunciando entre reposeras, golf y diseño de emboscadas al gobierno, que recibiría clases por zoom sobre Sarmiento y que las mismas serían impartidas por una ignota historiadora como Laura Alonso. Sí, la misma ex presidenta de Poder Ciudadano que ya había accedido a la Oficina Anticorrupción sin el requisito imprescindible de ser abogada; la misma que en yunta con Patricia Bullrich acorralaron al fiscal Alberto Nisman para que disparara la bala final de la denuncia contra Cristina Fernández, en forma tan inconsistente que terminó disparándola en su sien, pero produciendo el daño que el dúo quería.
Macri no tiene ninguno de los talentos de Sarmiento pero puede igualarlo en sus proverbiales defectos.
Entre los méritos del Gran Sanjuanino está el de ser un autodidacta formidable, una esponja absorbiendo conocimientos, un propulsor empedernido de la educación pública y un escritor notable al punto que con él nace la literatura argentina.
Mauricio Macri parece ser inmune a la cultura teniendo todas las posibilidades económicas para obtenerla; un denostador de la educación pública ( “Caer en la escuela pública”, “¿Qué es esto de universidades por todos lados.? Terminemos con esta locura!”); un manejo del lenguaje extremadamente precario, incluso con una lectura deficitaria de los discursos escritos por sus colaboradores, con conocimientos históricos que lo llevaron a confundir el Día de la Independencia con el Día de la Bandera. Poseedor de un título de ingeniero de dudoso origen, al punto que se conocen y lo acompañaron en sus gobiernos los compañeros del secundario pero sospechosamente ninguno de la Universidad, le cabe en su profunda ignorancia humanística una muy afortunada frase de Sarmiento: “El título no quita las orejas”
Coincidiendo en los defectos:
Una de las herencias nefastas de Sarmiento en la educación fue el falaz axioma de civilización y barbarie. El poder es la civilización y lo popular es la barbarie. Lo extranjero, fundamentalmente EE.UU y los países europeos como Inglaterra, Francia y Alemania, son la civilización y América Latina es la barbarie. Así si Sarmiento incitaba a Mitre que ordenara a sus criminales coroneles que extermine a los caudillos provinciales, expresión de las artesanías de una precaria pero incipiente industrialización, Macri considera que el populismo es peor que el corona virus, y sus políticas económicas tienen un sesgo profundamente anti industrial. Así como los militares habían realizado el exterminio contemporáneo a cuya vera la familia Macri pasó de 7 a 47 empresas, había que demoler el concepto de derechos humanos y quienes lo corporizaban, para lo cual los degradó bajo la calificación de “el curro de los derechos humanos”.
Macri hizo de la mentira un argumento político, al punto que es difícil encontrar cualquier aspecto de su gestión que no esté basado en una mentira. Su madre, Alicia Blanca Villegas, en un reportaje a la Revista Noticias de febrero del 2019, afirmó: “Era una de las cosas que más le reprochaba. Le he llegado a pegar por mentir, cosa que me arrepiento, pero no se debía mentir, jamás". Es importante advertirle a Alicia que sus intentos fueron vanos y a medida que fue creciendo el pequeño Mauricio se convirtió en un enfermizo mitómano. Su reciente libro que lleva por título “Primer tiempo” escrito por dos de sus colaboradores, el ex Secretario de Cultura Pablo Avelluto y por el ex asesor presidencial Hernán Iglesias Illa, es un muestrario de mentiras que llega hasta sus amigos más cercanos como Gustavo Arribas a quien lo convocó a venir de Brasil para que fuera interventor de la AFA y cuando llegó le aclaró: “Me equivoqué por una letra, te quiero en la AFI (Página 119); o lleno de hipocresías: “Cualquier juez en nuestra gestión no tenía que andar preguntando qué hacer. No teníamos esos diálogos que pudieron existir en el pasado. Respetamos la independencia judicial…” (Página 114); o notoria insensibilidad al aconsejarle a María Eugenia Vidal que no pague el aguinaldo de diciembre del 2015: “Pensemos si no sería bueno que no pagues el aguinaldo, así queda claro el desastre que te dejó Scioli, le dije” (Página 31).
En Recuerdos de Provincia nos dice don Domingo Faustino Sarmiento: “En la escuela me distinguí siempre por una veracidad ejemplar, a tal punto que los maestros la recompensaban proponiéndola de modelo a los alumnos y citándola con encomio y ratificándome más y más en mi propósito que ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de que dan testimonio todos los actos de mi vida.”
Esta veracidad es tanto más meritoria por lo que dice enseguida: “La familia de los Sarmiento tiene en San Juan una no disputada reputación, que han heredado de padres a hijos, direle con mucha mortificación mía, de embusteros. Nadie les ha negado esa cualidad, y yo les he visto dar tan relevantes pruebas de esta innata y adorable disposición que no me queda duda que es alguna calidad de familia. “Mi madre, empero, se había prevenido para no dejar entrar, con mi padre, aquella polilla en su casa y nosotros fuimos criados en un santo horror por la mentira.”
Pero ese “santo horror” sólo duró mientras su madre consiguió impedir que en su casa entrara esa “polilla”.
Ramón Doll en su libro “Mentiras de Sarmiento” dice que Sarmiento, defendiéndose ante las mentiras de su Facundo, escribió: “Cuando hay que mentir, se miente”, lo que ratifica en su carta a Rafael García del 28 de octubre 1868: “Si miento, lo hago como don de familia, con la naturalidad y sencillez de la veracidad”. Al escribir esta carta Sarmiento tenía 57 años.
El escritor Juan José Becerra, en una nota publicada en “El diarioar” del 25 de abril, titulada “El mito del Sarmiento presencial en el aula” escribió: “El sarmientismo tardío bebe de las fuentes de un mito: el Sarmiento “presencialista”, que nunca existió. Es un cuento que se inventa en Recuerdos de Provincia (1850), cuando dice que ingresó a la escuela de primeras letras en 1816 a los cinco años y siguió durante nueve años “sin una falta”. Para decirnos más adelante que en 1821, es decir seis años y no nueve después de su ingreso, siguió sus estudios en el Seminario de Loreto de Córdoba. ¿En qué quedamos, Padre del Aula?”
Con relación a la pandemia Mauricio Macri se sintió al principio en la línea Boris Johnson con la teoría de la inmunidad de rebaño, que en la práctica significaba “que mueran todos lo que tengan que morir”, según también comentó Alberto Fernández que le dijo el fundador del PRO; luego el ex presidente viajó a Francia donde se sintió que respiraba libertad. De las otras dos banderas de la Revolución Francesa, Igualdad y Fraternidad, el ex presidente de Boca las ignora. Sarmiento padeció la epidemia de fiebre amarilla y su decisión fue subirse a un tren puesto especialmente para él y la comitiva oficial de 70 autoridades, tanto del Gobierno como del Poder Judicial y del Congreso, incluido el vicepresidente Adolfo Alsina, y se fue a Mercedes, a poco más de 100 kilómetros tomando distancia de los miles de muertos. Se sostiene que fue una decisión que le costó tomar, y que a partir de entonces le acarreó un precio altísimo, y de la que se arrepintió poco tiempo después, cuando volvió a la ciudad infectada todavía en medio de las críticas, pero cuando el pico epidémico ya había pasado.
Macri tiene una visión clasista sobre los sectores populares que se traduce claramente en sus políticas educativas, de salud, de transferencia de ingresos de los de abajo hacia arriba, de apoyo superlativo al sector agroexportador, al punto que por primera vez en la historia del país, devaluó y bajó retenciones, al tiempo que simultáneamente privilegiaba a la rentabilidad financiera. Sarmiento, en su discurso en el Senado de Buenos Aires, el 13 de septiembre de 1859 afirmó: “Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran, porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos? Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se debe dar más de comer”
Es explicable entonces que este Sarmiento le lleve a Macri a declarar: "Como soy fanático de Domingo Faustino Sarmiento, hace varias semanas empecé el excelente curso online que está dictando Laura Alonso sobre los viajes que hizo Sarmiento cuando tenía 34 años, las ideas que adoptó en cada lugar que visitó y su legado. Son 8 clases.”
Puede ampararse en este caritativo maestro cuando decidió crear la UCEP (Unidad de Control del Espacio Público) durante su primera gestión como jefe de gobierno, el 29 de octubre del 2008.
La UCEP fue denunciada por la Defensoría del Pueblo junto con investigaciones periodísticas, partidos políticos y vecinos, de ejercer violencia verbal y física contra indigentes y en el colmo sustraerles sus pertenencias. Incluso hubo una denuncia de un caso de abuso sexual a una mujer embarazada, constatado por médicos del hospital Ramos Mejía. El 28 de agosto del 2002, cuando sólo era candidato a jefe de gobierno porteño sostuvo que “la ciudad de Buenos Aires está inundada de miles de delincuentes que todos los días se roban la basura que la gente saca a la vereda. Los vamos a sacar de la calle” (se refería a los desempleados de la crisis del 2001/2002, transformados en cartoneros que encontraban en esa práctica su única fuente de sustento).
Los enfermos con diferentes problemas psiquiátricos también cayeron dentro de la sensibilidad del admirador del “Padre del aula”. El 26 de abril de 2013 la Policía Metropolitana irrumpió violentamente en las instalaciones del nosocomio Borda con el objetivo de demoler los talleres protegidos. La orden fue dada por la gestión del entonces Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Mauricio Macri y su vicejefa María Eugenia Vidal, quienes tenían la intención de instalar allí un centro cívico en el que funcionaran dependencias gubernamentales, lo cual finalmente no sucedió debido a la resistencia de toda la comunidad que acompañó el reclamo de los trabajadores del Borda. Si Mauricio Macri tuvo expresiones peyorativas de género (“a todas las mujeres le gustan los piropos, aunque les digan que lindo culo que tenés”) o sobre las opciones sexuales. En 1997 calificó la homosexualidad como “una desviación”, las reiteró en el 2007 cuando preguntado si aceptaría un jugador gay contestó: “Es una situación complicada. Es una enfermedad, no es una persona ciento por ciento sana….es una desviación…en mi opinión es una desviación no deseada.”
Sarmiento escribió: “Una dañosa amalgama de razas incapaces e inadecuada para la civilización. Los argentinos somos pobres hombres llenos de pretensiones y de inepcia, miserables pueblos, ignorantes, inmorales y apenas en la infancia. Somos una raza bastarda que no ocupa, sino que embaraza la tierra.” (El Progreso, Chile, 27/9/1844). “En las provincias (argentinas) viven animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor” (informe a Mitre, 1863).
Sobre los pueblos originarios su receta era el genocidio: “¿Lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande, (…) sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”. (El Progreso, 27/9/1844). Sobre la defensa de la soberanía, Sarmiento tuvo una actitud entre nebulosa y confusa sobre la Patagonia y las Malvinas. Macri en 1997 declaró: Nunca entendí los temas de soberanía en un país tan grande como el nuestro. Nosotros no tenemos un problema de espacio como tienen los israelíes (sic)"….. Las Malvinas serían un déficit adicional para el país.”
Sarmiento, con el pasivo de sus errores gigantescos, tiene a su favor su potencia de escritor, su sincera vocación educacional, su visión de futuro, de propulsar obras como el Parque Tres de Febrero que casi un siglo y medio después es el principal pulmón de Buenos Aires. Pero al mismo tiempo Sarmiento fue quien desde la Presidencia le imprimió al país cambios trascendentales. Fundó 800 escuelas y logró que unos 100.000 niños estuvieran cursando la escuela primaria. Realizó el tendido de 5.000 kilómetros de cables para comunicación telegráfica, logró el primer contacto vía telégrafo con Europa. Creó el Colegio Militar de la Nación y la Escuela Naval Militar. Duplicó la red ferroviaria, realizó el primer censo nacional para fomentar la inmigración, impulsó el desarrollo de bancos para capital de trabajo, facilitó el desarrollo de tecnología para el agro. Creó el Colegio Militar de la Nación y la Escuela Naval
Macri convirtió a la Capital en un negocio inmobiliario. Sarmiento tiene un monumento en Boston. Macri si alguna vez tiene uno será en una guarida fiscal. Sarmiento le escribió a Bartolomé Mitre: “…no trate de economizar sangre de gaucho. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes”. Macri disertó en Miami, en un coloquio de la derecha sudamericana afirmando: “El año pasado, yo dije que el coronavirus era menos peligroso que el populismo. Ahora he encontrado una combinación más peligrosa: el populismo conduciendo una crisis sanitaria. Es grave porque queda más en evidencia que nunca la ineptitud y la mentira”, remarcó.
Sarmiento fue un representante de poderosos intereses en el momento que se estaba forjando la oligarquía homogeneizando los intereses de los comerciantes del puerto de Buenos Aires y los hacendados de la provincia de Buenos Aires que hasta entonces habían tenido políticas diferentes con relación a las provincias norteñas. No obstante, el sanjuanino le dio al gobierno su impronta personal. Macri que con escasas virtudes personales ha realizado una carrera meteórica que en cinco años de crear un partido llegó a jefe de gobierno de la ciudad y en trece a la presidencia de la nación, en cuya persona confluyen poderosos intereses económicos nacionales e internacionales que luego apostaron a su reelección con el insólito préstamo del FMI, violando su Estatuto, otorgando un préstamo de cincuenta y cuatro mil millones de dólares de los cuales llegaron cuarenta y cuatro mil millones de dólares.
En síntesis, dando vuelta la concepción sarmientina: Macri representa la barbarie disfrazada de civilización. Sarmiento es una simbiosis de barbarie y civilización, para lo cual hay que dar vuelta su nefasto axioma. En lo bárbaro se juntan, y la civilización expresada en lo popular hoy, en los caudillos populares como El Chacho y Varela ayer, los separa.