En tres años, el gobierno de Cambiemos endeudó al país en más de 200 mil millones de dólares y le hizo perder 30 mil millones de dólares al Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Para darse una idea de lo que representa esta cifra, alcanzaría para darles 35.000 pesos mensuales durante 5 años a cada uno de los jubilados que cobran la mínima. También podrían realizarse 230 centrales termoeléctricas de última generación. O construirse 500 mil jardines de infantes. O repavimentar un millón de kilómetros de rutas, suficientes para dar 25 vueltas a la Tierra por la línea del Ecuador.
Nada de eso se hizo. Y esa pesadísima herencia que deberá afrontar el próximo gobierno y que terminarán de pagar los hijos de los hijos de los hijos de nuestros hijos no se debe a errores del gobierno: es parte, la parte troncal, del plan de negocios que vinieron a ejecutar Mauricio Macri y su banda. Por eso desde el primer momento el gobierno tercerizó el manejo de la economía, las finanzas y los fondos de los jubilados en un puñado de históricos operadores de Wall Steet, entre quienes Alfonso Prat Gay y Luis Caputo son los nombres más conocidos, pero que también incluye a Miguel Ángel Gutiérrez, Luis María Blaquier, Marcelo Pedro Blanco, Pablo Pereyra Iraola, Carlos Andrés Rodríguez Lubary, Santiago Bausili, Demian Axel Reidel, Vladimiro Werning, Ariel Marcelo Sigal, Pablo Quirno, Enrique Boilini, Agustín Collazo. En los ’90, en Wall Street los llamaban “la mafia argentina”.

Entre estos lobos de Wall Street se repartieron el manejo de los Ministerios de Hacienda y Finanzas, del Banco Central y del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, y desde allí fueron los principales impulsores del endeudamiento argentino, lo que les permitió a sus empleadores, en especial al JP Morgan, ganar cientos de millones de dólares con las comisiones que cobraron por colocar la deuda argentina.

JP Morgan copó Hacienda con Prat Gay como ministro, Werning jefe de asesores y Sigal (que fue uno de los negociadores principales del acuerdo con el FMI) jefe de gabinete. A fines de los ’90, Bausili era vicepresidente, Quirno gerente y Caputo jefe de trading en las oficinas del JP Morgan de Nueva York. Se reencontraron en el Ministerio de Finanzas: Caputo y Bausili como 1 y 2, y Quirno como jefe de Gabinete. 

Caputo y Quirno pasaron al Banco Central cuando Reidel, otro ex Jp Morgan Nueva York en los ’90, huyó tras la corrida cambiaria. Terminaron igual, después de perder 15 mil millones de dólares en tres meses. 

En el FGS fueron gerentes Rodríguez Lubary y Pereyra Iraola, mientras que Gutiérrez aún preside YPF. Entre los tres suman 56 años de experiencia en JP Morgan.

No fue a través de la emisión de deuda y el saqueo del FGS que el JP Morgan y sus representantes en el gobierno de Cambiemos hicieron fortunas: la primera corrida cambiaria del año pasado fue motorizada por JP Morgan, luego de que el banco compró 1.200 millones de dólares a 20 pesos. A los pocos días, la divisa subió a 25. 20% de ganancia neta en unos días.

Y lo más grave del saqueo contra la Argentina es lo que aún está por venir. En 2001, estos muchachos son los que especularon contra Argentina y desataron la crisis económica más grande de nuestra historia. 

A fines de 1998, JP Morgan siguió una idea de Alfonso Prat Gay e inició una corrida contra del real brasileño. La jugada le dejó ganancias multimillonarias al JP Morgan, y le valió a Prat Gay ser enviado a Londres a dirigir la estrategia global de monedas del banco. En 2001, repitieron la maniobra en Argentina, tal como atestigua el libro Golden Boys: 

“Para la opinión pública, el megacanje fue una operación elaborada en soledad no ya por el Credit Suisse sino incluso solamente por su director de negocios internacionales, David Mulford. Fue la amistad de más de 20 años de Mulford con Cavallo lo que, según el imaginario popular, permitió pergeñar un plan que pagaba comisiones fabulosas, le provocaba un enorme agujero de largo plazo al país y sólo servía, en el corto plazo, para ganar tiempo en la agotadora carrera que el gobierno corría, y perdía, contra la liebre de la crisis. La participación de (Miguel Angel) Gutiérrez y JP Morgan, dueños de la idea original y arquitectos principales de la gestión operativa del canje, apenas tocó la superficie y fue olvidada en pocos días (…) La argentinidad de la operación fue minimizada: se ignoró la participación del argentinísimo y recién fusionado JP Morgan Chase -sus dos jefes de mercado eran Gutiérrez y el negro Jasson; sus jefes de trading eran Guido Mosca y Gustavo Domínguez, todos argentinos-”. En ese momento, además, Prat Gay dirigía la estrategia global de monedas del JP Morgan desde Londres, Rodríguez Lubary era el responsable de crédito para Latinoamérica del JP Morgan New York, Quirno era director de fusiones para Latinoamérica del JP Morgan New York, Bausili y Reidel trabajaban en JP Morgan New York.

Todo esto lo cuentan los propios implicados en el libro Golden Boys, escrito por alguien a quien nadie puede acusar de antimacrista: el actual coordinador de comunicación estratégica y hombre que le escribe los discursos a Mauricio Macri, Hernán Iglesias Illa.

Ahora, la banda que en 2001 atentó contra Argentina para ganar millones con su caída está haciendo lo mismo, pero desde adentro. Aún nos queda una esperanza: que el país no estalle este año y que en diciembre asuma un nuevo gobierno con un plan económico que corte de raíz con el saqueo que estamos pagando todos los argentinos. De ocurrir esto, será tiempo de que esta banda rinda, esta vez sí, cuentas ante la Justicia.