Recibo la semana pasada un wasap de alguien desconocido que me pide que le dé una nota para su programa que sale en internet. Por lo general no doy notas, lo habrán visto. (No las habrán visto.) Pero en este caso siento la obligación de darla porque quiero y defiendo a la radio y sé el esfuerzo que significa hacer un programa de radio. Más si uno lo hace a pulmón, en internet, remando contra los medios grandes, tratando de abrir una brecha entre las voces dominantes. Bueno, esas cosas que pensamos quienes peleamos por la democratización de la palabra. Aunque no tengo ganas le digo que sí, aunque es viernes por la tarde y estoy muy, muy cansado. Sobre todo estoy cansado de que me pregunten qué va a pasar con 678 y tener que responder que no lo sé. Porque no lo sé. Entonces, aunque no doy notas, me obligo a dársela a este joven periodista solitario y corajudo. Porque hay que tener una cuota de coraje para embarcarse en hacer una radio en internet, muy probablemente sin el apoyo de nada ni de nadie. Entonces el periodista joven me llama a mi celular a la hora convenida. Se escucha muy mal y le propongo que me llame al teléfono de mi casa. Le doy el teléfono de mi casa al periodista joven para facilitar las cosas, aunque por razones que supondrán trato de no darle a nadie el teléfono de mi casa. Me llama, la comunicación se corta una vez. Se corta dos veces. Espero varios minutos. Se vuelve a cortar. Yo tengo paciencia con el joven periodista valiente y emprendedor. Es lógico que una radio no profesional tenga problemas técnicos. Y bueno, comienza la entrevista y me pregunta cómo fue que entré a 678, le cuento que fue para defender al gobierno cuando la corporación agraria lo quería echar. Después me pregunta por 678, si sigue, si no sigue. No sé. Después me pregunta si creo que levantar 678 es censura, porque él crée que no lo es. Le explico que sí. Y me pregunta si creo que 678 fue pluralista al no tener voces opositoras. Le explico que sí. Y después me pregunta si apoyé al gobierno que mataba gente del pueblo Qom. Le explico que eso es mentira. Y me pregunta si apoyé al gobierno que quería darle a Magnetto la unión de Cablevisión y Multicanal. Le explico que eso es una chicana barata. Y después me pregunta cuánto gano. Y entonces le digo si ese tipo de preguntas se las haría a los periodistas del Grupo Clarín. Y me dice que él es un periodista independiente que critica lo malo y elogia lo bueno. Entonces le digo que lo que está haciendo conmigo es persecución política y lo niega, se ofende. La nota termina de manera educada. Y 24 horas después la entrevista del joven periodista independiente emprendedor y valiente está publicada en Clarín y en Perfil. En el momento en que todo el aparato de comunicación de la derecha empuja para borrarnos del mapa para siempre. Cuando en tuiter corren ríos de insultos, de amenazas, de gente que nos estigmatiza, nos pone una marca indeleble para que el mundo sepa que somos una lacra indigna, ladrones y corruptos. Ahí en Clarín apareció la nota que le dí sin saber de qué se trataba a Juan Ignacio Erreca, un muchacho que se autodenomina periodista independiente pero que se dedicó a engañarme, a cazarme, a agarrarme con la guardia baja, a no decirme la verdad sobre quién era él, a mantenerme distraído, a mentirme que la nota era para su pequeña radio de internet. Erreca me atrapó y me entregó atado de pies y manos al medio que durante años nos persiguió y ahora quiere terminar su labor haciendo de nosotros una basura para descartar. El medio que publica a Julio Bárbaro proponiendo que somos “la enfermedad que estamos obligados a extirpar”. Donde sus empleados ocuparon y ocupan mucho espacio para convencer a su público de que quienes hacemos 678 no tenemos derecho a hablar, ni a estar en los medios, y no sé si tenemos derecho a estar en algún lado. Este periodista habrá sentido orgullo por el trabajo que hizo: atrapar al ultraK, atrapar a la mierda kirchnerista, atrapar al mercenario. Leí en su tuiter que agradecía que Clarín hubiera levantado la nota. Sospecho que Clarín no la encontró por casualidad y la levantó. Y que en cambio Juan Ignacio Erreca se la pasó amablemente, para quedar bien con el periodismo poderoso al que quiere pertenecer para tener la potestad de decidir quién puede hablar en este país y quién no puede hablar. Juan Ignacio Erreca, un joven emprendedor. Un cazador de kirchneristas.

(Acá está el link de Perfil digital donde aparece el audio la nota para que puedan escucharla entera.)

http://www.perfil.com/politica/Barragan-confirmo-el-fin-de-678-pero-no-descarto-su-regreso-Es-un-programa-rentable-20151219-0081.html